La desconocida historia de las principales fuentes de la ciudad

La desconocida historia de las principales fuentes de la ciudad
Fuente de la plaza de la Constitución, inaugurada el 10 de octubre de 1866

La ciudad coruñesa, a lo largo de su extensión, cuenta con numerosas fuentes de todo tipo, ya sea de servicio, ornamental y de ordenación de tráfico. Todas ellas tienen su pequeña historia que merece la pena conocer. 

En primer lugar, la de la plaza de la Constitución. El contratista de la obra, Castro Martín, responsable de la traída del agua del manantial de Vioño desde Santa Lucía a la Ciudad Alta, asegura al Ayuntamiento que podrá verificar su inauguración el 10 de octubre de 1866, cuyo día coincide con el cumpleaños de la Reina Isabel II. Acordó el municipio dar al acto una mayor solemnidad, que toda la corporación acudiese al mismo para su mayor realce. 

Es una fuente que presenta un trapecio realizada en piedra y adosada al muro de donde sale una gran pila, en cuya base se asienta, de la que salen cuatro caños laterales. El agua de la que se nutre procede del interior de la pared y se desliza a modo de pequeña cascada sobre la pila mencionada. A través de los caños baja al estanque inferior, es una fuente que pasa muy desapercibida al visitante, frente a Capitanía General.

Capuchinas
Se trata de una pequeña fuente realizada en cantería y a modo de circunferencia. El centro de la misma se encuentra sobre la peana de base cuadrada y una columna de forma rectangular sostiene la fuente, a la cual parece que falta la parte superior que coronaba la misma, ya que se aprecia la figura de un rosetón circular, de donde mana el agua a través de un caño alojado en el mismo. Aparentemente la fuente muestra síntomas de algunos reparos.

El estanque de Méndez Núñez está hecho de forma circular y en el centro alberga varios chorros de agua y también contaba con una colonia de peces en su interior, pero hoy carece de ellos por el vuelo rasante de las gaviotas sobre el estanque a la procura de aquellos pececillos de los que formaban parte de su dieta diaria. Es un conjunto arquitectónico levantado en memoria de la gran jurista española del siglo XIX, Concepción Arenal, el cual se inaugura el 17 de noviembre de 1918. Toda la fábrica está hecha de la mano de Rafael González del Villar, en que está representada la figura de un águila con sus alas desplegadas y las garras sobre un libro abierto y también una serpiente, todo ello realizado en hierro. 

La escultura se encuentra sobre una peana de granito con placa y decoración foral en plomo, las letras de la placa son de bronce y rodea esta escultura una edificación de seis pináculos en granito. Entre dos centrales, existe una medalla de bronce que lleva el busto de Concepción Arenal. Mientras, en la parte delantera del monumento existen tres placas de bronce con distintas inscripciones y otra mayor del mismo metal, que preside el monumento en la parte de atrás.

Estanque de Curros Enríquez
Este conjunto escultórico será levantado por Francisco Asorey González, e inaugurado por el entonces presidente de la II República española Niceto Alcalá Zamora. Se trata de una obra armoniosa por el gran trabajo realizado en piedra y levantado en honor del gran patriarca de las letras gallegas, Curros Enríquez, quien aparece en primer plano sosteniendo un escudo. A la derecha del escritor se encuentran unas figuras de mujer y en la izquierda la de los hombres, todas ellas portan ropas, útiles de labranza y del mar. A los hombres les acompaña una vaca, a las mujeres un niño y un caballo. 

Todo el conjunto está rematado por medio de una figura frontal de mujer, que eleva sus brazos al cielo señalado con la palma de sus manos. La parte inferior del monumento se realizó a modo de escalera en función de las proporciones de la fuente que se hizo con sus chorros de agua en vertical, por lo que dicho estanque está concebido en forma de pirámide.              

En el mes de julio de 1889, el Ayuntamiento procede a instalar una fuente vecinal en el Campo de la Leña. En un primer momento se iba a colocar frente a las fachadas de las casas números 5 y 6, entre los caminos que del Cuartel de Infantería conduce a las calles de las Panaderas y de la Torre. Más tarde, la fuente se situaría frente a la casa número 7, igual que las situadas en la Franja y Cantón, con botón lateral como la del Caramanchón. 

Finalmente, los planos son corregidos y se escoge la fachada de las casas del 15 al 23 del campo, formando un semicírculo entrante de curva y emplazando dentro de la misma a la referida fuente vecinal, la cual tendría solamente un caño. Así lo rubrica el alcalde de la ciudad José Marchesi Dalmau el día 9 de junio de 1890 y ratificado por el arquitecto municipal interino Faustino Domínguez el 11 de octubre de aquel mismo año. 

La obra recae en Enrique Díz Cagigal, siendo de bronce con un caño. En el mismo lugar en el que había sido ahorcado el general Porlier el 3 de octubre de 1815, condenado por traición al sublevarse contra el régimen absolutista de Fernando VII. Hoy en día en dicho punto existe una fuente de hierro levantada en forma de columna sobre un círculo de piedra que contiene dos caños y data de la época de 1940. 

La desconocida historia de las principales fuentes de la ciudad

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