Mamá, hoy es tu día

Mamá, hoy es tu día
STX10 WASHINGTON (ESTADOS UNIDOS) 17/04/2017.- Niños y madres participan en el tradicional festival infantil "Carrera de los Huevos de Pascua" ("Easter Egg Roll") en la Casa Blanca en Washington DC (Estados Unidos) hoy, 17 de abril de 2017. EFE/Sha

No sé si es por el efecto de las redes sociales, pero es cierto que hoy en día es más fácil acordarse de en qué época del año vivimos. Con este vaivén de información se nos va anunciando poco a poco el paso de los meses y los medios se llenan de historias que nos sumergen en las celebraciones u homenajes, según corresponda. Hemos llegado a mayo y con él viene de la mano hoy una de las celebraciones más entrañables de estos 365 días: el Día de la Madre. Una vez escuché a un hombre muy sabio que si algo compartíamos todos y cada uno de nosotros es el hecho de que todos nacimos de una madre. Puede parecer una obviedad, pero debemos agradecer cada día este hecho natural lleno de hermosura y de misterio. 
De todos los anuncios que he escuchado estos días me quedo con un slogan de unos grandes almacenes bien conocidos, que con tres palabras explica todo lo necesario que cabe recordar y repetir en voz alta muchas veces a lo largo del día hoy: “mamá, te quiero”. Si le preguntásemos a una madre qué quiere recibir hoy diría que solo le hace falta oír eso y recibir, como regalo, un buen collar de macarrones o una manualidad hecha con palitos de helado reciclados y aderezada con grandes dosis de pintura de dedos. Me parece que no hay regalo que encierre más ternura y admiración: lo primero, al imaginar a esos niños pequeñitos trabajando con toda su ilusión y, lo segundo, por esas maestras que con paciencia e ilusión buscan cada año la idea más bonita y original. 
Con relación a la maternidad también nos contaba un amigo de la familia hace unos días que su madre, para explicarles cuánto les quería a él y a todos sus hermanos, les enseñaba su mano abierta mientras les decía: “¿veis?, todos estos sois vosotros: unos más altos y otros más bajos, cada uno distinto. Pero todos formáis parte de mí y yo os quiero a todos por igual”. Esta historia es un ejemplo que bien puede explicar porqué y de qué modo las madres son generosidad en estado puro y me asombra, por todo ello, cómo en esta época aún quedan cosas por hacer en favor de todas ellas. 
Hoy en día la edad a las que las mujeres tienen su primer hijo es de 31,9 años, pero hace una década una mujer era madre por primera vez, de media, a los 30,8 años. Ante ese y otros datos, que me guardo anotados en mi libreta de apuntes para escribirles en otro domingo, es irremediable que nos preocupen cuestiones como ¿por qué esta edad media a la maternidad va en aumento cada año? ¿por qué la conciliación es un problema que se entiende que afecta más a las mujeres? ¿cuál es uno de los mayores motivos por el que desciende la natalidad y por el que el indicador coyuntural de fecundidad se sitúa en 1,33 hijos por mujer? Todo eso muestra un panorama general lleno de dificultades y que plantea muchos retos a gran escala que tendrán que ir resolviéndose poco a poco, aunque sin pausa. 
Pequeños gestos
Pero nosotros, desde nuestra cotidianidad, paseando desde Riazor hasta María Pita, podemos hacer pequeñas cosas por las madres en general. Puede ser que no dirijamos un país, pero sí tenemos en nuestras manos las herramientas para construir una sociedad más agradable. Podemos tener, por ejemplo, alguno de esos gestos cotidianos que tienen el poder de cambiar el mundo: sonreír a una mujer embarazada, dejar pasar a aquellas personas que llevan un bebé en brazos o que llevan un cochecito, cediéndoles el sitio en los autobuses de la Compañía de Tranvías o bien dejándoles pasar antes en el ascensor de Marineda.
Para entender y recordar el valor de las madres solo tenemos que recordar quien estuvo a nuestro lado desde que llegamos al mundo, esas mujeres valientes que son las verdaderas protagonistas de esta jornada. Son las malabaristas que han sabido poner una casa bonita con dos pinceladas y las que han hecho con tres ingredientes que quedaban en la nevera un verdadero banquete; las que nos vigilaron nuestras tazas en el desayuno cada día y se sabían cada palmo de nuestros apuntes para tomarnos la lección. Hoy no hay que pasar obligatoriamente por una tienda para demostrarles todo nuestro agradecimiento por todo eso que han hecho y más, si no simplemente sorprenderlas con un sincero mensaje que les diga “felicidades, mamá, hoy es tu día”.

Mamá, hoy es tu día

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