Los vecinos del Orzán denuncian que el botellón invade las zonas protegidas

Los vecinos del Orzán denuncian que el botellón invade las zonas protegidas
Botellón de la calle Vista en las proximidades de la plaza del Africano

Los vecinos de la Ensenada del Orzán continúan con su cruzada para tratar de recuperar la tranquilidad en sus calles, tranquilidad que les roban los juerguistas que se reúnen varias noches a la semana en la calle Vista. El presidente de la asociación de vecinos de Ensenada del Orzán, José Luis Méndez, denunció que el botellón se extienden a Zonas de Especial Protección (ZEP) como la plaza de José Sellier y del Africano donde se reúne la gente a beber alcohol a pesar de que la normativa prohíbe cualquier actividad ruidosa. “Si realmente se cumpliera la normativa, se dejaría descansar a la gente, pero lo que se ha hecho hasta ahora es desplazar el problema”, denuncia el portavoz.


Actualmente, existen dos normativas municipales que tratan de controlar el ocio nocturno. Una es la Zona Acústicamente Saturada (ZAS) que incluye toda Ensenada del Orzán y regula la convivencia entre locales nocturnos y vecinos, supuestamente a favor de estos últimos, y la Zona de Especial Protección (ZEP), que prohíbe las reuniones públicas en la calle por ruidos callejeros y que se creó específicamente para acabar con el botellón en la plaza del Humor y que consiguió desplazarlo hasta los jardines de Méndez Núñez, donde no existen vecinos a los que molestar.

Insomnio
Pero ya hace seis años que la celebración alcohólica también se lleva a cabo en la calle Vista, paralela a San Andrés y los vecinos del Orzán la combaten por todos los medios: “Estamos haciendo una ronda de partidos políticos exponiéndoles la problemática y esperando a ver qué soluciones dan. Lo que tenemos claro es que ninguno de ellos conocía la magnitud del problema. Todos los partidos sabían que hay locales nocturnos, pero no se dieron cuenta de que igual hay miles de personas a las que tres o cuatro noches al a semana se les interrumpe el descanso nocturno”.


Normalmente, el consumo de alcohol por parte de menores es una de las consecuencias indeseadas más criticadas del botellón y, de hecho, la Policía Local descubrió a varios menores bebiendo en la zona el sábado pasado. También patrullan más la calle para presionar a la gente a que la abandone cuando los bares echan el cierre, pero Méndez lo considera insuficiente: “Los políticos no se dan cuenta de que aquí reina la anarquía, que no se cumple la normativa, y que los policías actúan solo bajo presión de los vecinos”. Según él, unas 6.000 personas se ven privadas de un sueño reparador cuatro días a la semana, lo que basta para poner a cualquier en pie de guerra. “El botellón se desplaza a medida que los vecinos protestan, como los de la plaza del Humor, que se acabó cuando le montaron un botellón en María Pita”, recuerda el portavoz vecinal.


Sanciones
La concejala de Seguridad Ciudadana, Rocío Fraga, había señalado el mes pasado la dificultad que están encontrando los agentes de la Policía Local en intervenir en este calle debido a que no existe una ordenanza antibotellón. En vez de eso sancionan a los jóvenes a los que sorprenden orinando en la calle; son muchos los que emplean las vías aledañas, que comunican Vista con San Andrés: estrechas y oscuras, se convierten en verdaderos retretes por los que corre la orina.


Pero Méndez recuerda que Santiago, también gobernada por la Marea Atlántica, sí cuenta con una ordenanza antibotellón: “La ciudad necesita una solución y alguien tiene que coger el toro por los cuernos”.

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