“Betanceiros, que queredes”, reza el dicho popular que conoce media Galicia. Quieren sus tradiciones, con sus singularidades, sus virtudes y sus vicios, y –sobre todo– su Globo de San Roque y sus Caneiros. El contador virtual que cada uno instala en su cabeza a principios de año para avisar de la proximidad de la romería del Mandeo saltó hace semanas y, en esta ocasión, además, pueden “entrenar” con solo ocho días de antelación, con los niños y sin conocer el destino del invento aerostático de Claudino Pita.
“Os Caneiros en Familia”, el nombre escogido para una iniciativa que pretende recuperar una celebración centenaria inculcando entre los nacidos este siglo el espíritu original de la celebración, cita en el río a abuelos y nietos, e inunda de actividades, música, risas y diversión, el campo de la romería, en el municipio de Coirós. Hasta allí se desplazaron cientos de personas, tanto en la embarcación municipal, para la que era necesario inscribirse previamente, como en otras, e incluso andando a través del sendero que discurre por San Xiao.
La intención de esta convocatoria es mostrar el origen de Os Caneiros “como se hacía antaño”, inculcando los valores y costumbres características de esta romería, distanciados de los derroteros por los que optaron en los últimos decenios las dos jiras de San Roque, sobre todo la primera, la del 18. “La pérdida de los valores de esta romería no deja de ser una preocupación para la corporación municipal”, precisaron desde el Ayuntamiento de Betanzos.
Naturaleza
Así, con “Os Caneiros en Familia” se pretende seguir dando pasos de cara a evitar que se desvirtúe una celebración popular donde la naturaleza comparte protagonismo con los que se adentran en ella y, como consecuencia de determinadas “actitudes”, también acusa las secuelas de conductas irresponsables e irrespetuosas con el medio ambiente, en este caso con las Terras do Mandeo.
En Os Caneiros, se volvieron a extender los manteles y los niños corrieron de un extremo a otro del campo sin obstáculos ni más manchas que las propias de una celebración al aire libre, a orillas de un río y en un día que, como éste, el “orballo” se presentó varias veces para gozar del Mandeo.