Lealtad con y para los coruñeses

La pataleta es el recurso pueril y bobalicón de quien se ha quedado sin otro argumento para hacer valer su criterio. Es lo que le ha pasado esta semana a Xulio Ferreiro, a quien el compromiso del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha dejado en flagrante fuera de juego. El acuerdo alcanzado con Puertos de Estado para garantizar que La Solana y los muelles de Batería y Calvo Sotelo sigan siendo terrenos públicos supone una de las mejores noticias que ha recibido esta ciudad en estos dos penosos años y pico de longa noite de pedra.
De un plumazo ha zanjado la polémica sobre La Solana y le ha devuelto a la ciudad la esperanza de aprovechar el traslado del Puerto para construir ciudad. Nuestra ciudad. La que queremos. La respuesta ha sido la perrencha. No está acostumbrado Ferreiro a que alguien a su alrededor cumpla los encargos del pleno. Y como nada se puede objetar al valiente paso adelante dado por Feijóo y Llorca, saca a relucir la lealtad institucional. Tendría gracia, si no fuese Ferreiro el gran especialista en deslealtades. Sin ir más lejos esta semana llevó, a Junta de Gobierno Extraordinaria y Urgente las ordenanzas fiscales, los impuestos que tendrán que pagar los vecinos, sin ni siquiera mediar palabra y mucho menos negociar con la fuerza más votada y el principal grupo de la oposición. Esto sí que es deslealtad con miles de coruñeses que no se sienten representados por usted.
Ferreiro practica la deslealtad que ahora denuncia a cada paso que da. Y, lo peor, lo hace a costa del bienestar y el progreso de los coruñeses. Deslealtad es tener estancado el centro de salud de Santa Lucía. Lo es hurtar a 40 familias la posibilidad de vivir en pisos de protección oficial por una interpretación torticera de la norma. Lo es dejar languidecer la estación Intermodal, aún a riesgo de que Europa liquide los ocho millones de euros que reserva para nuestro porvenir. Lo es correr a Cataluña a levantar el puño, pero no mover ni un dedo por A Coruña. Esos sí son pecados de lesa deslealtad.
Lo otro no es ni más ni menos que el producto del compromiso de quien se ha hecho ya un coruñés de adopción. Obras son amores, y a pesar de las zancadillas ahí van quedando la Fábrica de Tabacos, la futura remodelación de la antigua sede de Sanidade o el plan para que el transporte metropolitano responda a las necesidades de los usuarios. Afortunadamente, A Coruña sigue teniendo quien la construya.
Frente a quienes idolatran a la pancarta y al megáfono se sitúan los que se remangan para arrimar el hombro. Frente a de la zancadilla, los que ofrecen su bordón para seguir caminado. Frente a los apóstoles de la expropiación, los obreros de la cooperación. Leales hasta la extenuación, señor Ferreiro. Leales con A Coruña.

Lealtad con y para los coruñeses

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