Un gran número de niños superdotados consideran su inteligencia como una auténtica maldición

Un gran número de niños superdotados consideran su inteligencia como una auténtica maldición
La adolescencia es el “momento crítico” para las personas con altas capacidades intelectuales | AEC

Aprender con rapidez y facilidad y estar por encima de la media puede parecer una ventaja, y si bien muchos niños con altas capacidades consiguen traducirlo en éxito, para otros es una “maldición” que suele derivar en trastornos depresivos, acoso escolar e incluso abandono de las aulas.
Este es uno de los aspectos abordados en el V Congreso Nacional de Superdotación y Altas Capacidades, que bajo el lema “La apuesta por el talento: Identificación y Motivación de los Superdotados” reúne a educadores, padres, psicólogos y otros expertos para conocer esta realidad de los niños con altas capacidades.
Porque muchos logran la excelencia académica y éxito en sus relaciones sociales, pero otros fracasan y se relegan al ostracismo, relata Luis García, director del colegio Areteia de Madrid, un centro pionero con más de treinta y cinco años de historia en educación de carácter inclusivo

Desajuste en la edad
Ese “desajuste” entre la edad cronológica y la mental, que según datos del Ministerio de Educación tienen más de 300.000 alumnos, aunque solo están identificados el 0,6% del total, lleva aparejados problemas de adaptación a la dinámica de la escuela y de interacción social con gente de su edad, de manera que les convierten en compañeros “diferentes”.
Incluso llegan a sufrir acoso escolar: “Uno de los objetivos del acosador es siempre la diferencia, y algunos niños superdotados se convierten en blanco de esa violencia premeditada”, subraya García, que abordó “La otra cara de las altas capacidades” en este foro, organizado por la Fundación El Mundo del Superdotado, con la colaboración del Ministerio de Educación y de entidades como la Fundación “La Caixa”.
El fracaso escolar es habitual, pues lo que podría considerarse como un don se traduce en aburrimiento, “que lleva a la desidia, de ahí a una desconexión, y la consecuencia es un cuadro de desmotivación e incluso de bajo rendimiento” que puede acabar en el abandono de los estudios.
Lo cual puede dar lugar a “cuadros depresivos por esa vida vacía, sin proyecto y sin cimentación”, siendo la adolescencia el “momento crítico”, no solo por el difícil salto a secundaria, sino también porque es cuando sus intereses empiezan a separarse de los de sus compañeros.

El entorno genera ansiedad
Fue el caso de David, que mientras estudiaba primaria le “costaba muy poco trabajo realizar los deberes” y siempre sacaba buenas notas, pero cuando empezó la ESO, la falta de hábitos de estudio y su propio entorno le generaron una ansiedad con la que le era “realmente complicado llevar una vida normal”.
Ello le convirtió en la diana de algunos de sus compañeros, que en uno de los colegios en el que estudió empezaron a meterse con él y a acosarle.
“Desde los 12 años necesité ir a psicólogos y buscar apoyo en general” para “aprender a relativizar las cosas y no preocuparme tanto por todo”, rememora este joven que, aunque a veces sigue teniendo “días malos”, fue capaz, con ayuda de su familia, amigos y profesores, de no claudicar e iniciar este año la carrera de Psicología en la universidad.
“Me gustaría entender todo el funcionamiento del cerebro y todo lo que me ha llegado a pasar a mí, incluso ayudar a gente a la que le hayan sucedido cosas parecidas”, asegura el joven.

Un gran número de niños superdotados consideran su inteligencia como una auténtica maldición

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