Sol, arena y mar

Empieza el curso. Y las facultades se llenan de jóvenes entusiastas que, en plena ebullición hormonal y con el verano aún jugueteando con la concupiscencia de los mini bikinis, los torsos desnudos, la caricia de la arena y el sol bronceando las pieles, no pueden evitar la llamada de la selva. El apareamiento. El coito. Hacer el amor, que se decía antes del reaggetón. Ahora ya no sé cómo se dice ni quiero saberlo, yatusabe.


El caso es que unos jóvenes, llevados por el entusiasmo de entrar en la facultad y que esa facultad esté llena de chicas y encima algunas sean inusualmente atractivas, han escrito en un Whats privado un montón de exabruptos alabando la belleza de las mujeres con términos poco apolíneos y considerando el interés en cohabitar con ellas en alegre unión física. Y claro, se ha montado una escandalera digna de la Inglaterra Victoriana, que es más o menos el tiempo ideológico que nos está tocando vivir para nuestra sorpresa.


El ejército de Salvación y las damas de la Sección Femenina que siempre han estado ahí, agazapadas, escondidas como arañas hambrientas, saltaron todas a una, como un resorte, dispuestas a desenmascarar a esos alumnos procaces, disolutos, Donjuanescos y descarados, y una vez desenmascarados, la idea era prohibirles la entrada en cualquier facultad (les harían un favor si en vez de Magisterio hicieran una FP, carpinteros del metal, por ejemplo, que ahí siempre hay trabajo y encontrar uno es un milagro), meterlos en la cárcel, darles un cursillo feminista, trabajos a la comunidad y el ostracismo, el infierno y la oscuridad para siempre (mejor el ostracismo que el cursillo, todo sea dicho) y mil lindezas más ya que la facultad era la de Magisterio y todas se imaginaron a esos jóvenes ya de mayores mirando traseros y escotes con absoluta indignidad en un “What IF” que los transformó de jóvenes con poco gusto en el Violador del ascensor de tercero de grado en un santiamén. La facultad ha habilitado un correo para que los alumnos practiquen la alegre delación, esa costumbre tan española (y del Terror revolucionario) que sirve para quedarte con la casa del vecino y su mujer por el mismo precio. A esta hora espero que el correo habilitado esté lleno de fotos de gatitos (o de alguna obscenidad, no se merecen otra cosa) y que las aguas se calmen, que después de acusar a Chanel de alentar la prostitución infantil (sí, así estamos, la falta de comprensión resulta molesta), querer prohibir que unos chicos estudien porque las damas de la Sección Femenina se han escandalizado por unos quesitos tiernos y unas bragas rotas.


Mientras tanto, en Coruña la policía escolta a una piara de jabalíes que se han enamorado de la ciudad y pasean cada día por un barrio. No es extraño, aquí tenemos sol, arena y mar, que decía la canción, buenos alimentos y una juventud que dedica su sagrado tiempo libre a la contemplación meditativa y al estudio del Tractatus de Wittgenstein. Como tiene que ser. 

Sol, arena y mar

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