Reflexionemos, compañeros

En una reciente encuesta de la cadena SER sobre la posibilidad de que Juan Carlos I venga a vivir a España disfrutando de su fortuna y de que es inviolable, una mayoría cualificada lo quiere ver aquí explicando lo de sus comisiones y amores. Otros quieren que siga donde está y “que hasta allí se marchen los que le aplauden”.


En este asunto hay opiniones distintas y distantes. Mientras los hay que le conceden al emérito todo el mérito de la llegada a la España franquista la democracia de verdad, una vez de los cuarenta y tantos años de la democracia orgánica del caudillo y sus cómplices, otros recuerdan que fueron los partidos de izquierda quienes capitanearon la derrota de la dictadura después de pasar años en las cárceles después de pasar por aquellas brutales comisarias. No estará de más recordar aquellos tribunales del llamado orden público (TOP) que eran otra extensión del franquismo.


Mientras, aquí el personal había abierto un generoso crédito en favor de Feijóo pues entendían que había llegado el nuevo PP para ventilar el partido. Y resulta que don Alberto mueve ficha pactando con VOX en Castilla y León y comprando las ideas de Vox dejando con la boca abierta al señor Casado y cabreados a sus socios europeos.


Pero hoy nos preocupan las declaraciones de un político madrileño (miembro del gobierno de Ayuso que anda buscando pobres por Madrid y que no encuentra ni uno. Pues señor son –asegura Cáritas– más de millón y medio, cifras que tienen que avergonzar a un país del llamado primer mundo. Parece claro que es necesario un presupuesto mayor para resolver el problema. Está claro que esas ayudas, el parné, tiene que salir de una política que luche contra la desigualdad, amén de la solidaridad de cada ciudadano con 

sus vecinos más necesitados.


Muestras de esa solidaridad la encontramos en cada barrio, en el vecino de al lado, pero no es suficiente. La solidaridad en este mundo empieza por los `presupuestos. Por los impuestos.


Por una fiscalidad proporcional. Para el PP la solución es lo contrario: rebajar los impuestos a los que más o incluir impuestos como el del céntimo sanitario que repercutía igual para los del salario mínimo que para las grandes fortunas. Y, hay que repetirlo, eso queda claro en nuestra Constitución: hay que articular leyes conforme a un orden económico y social. 

Reflexionemos, compañeros

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