Un mundo dirigido por idiotas

Dicen que el ego es la valoración excesiva de uno mismo y, en estos tiempos de maltrato exacerbado, bolling, mobbing y otros vocablos extranjeros que vienen a definir el acoso en cualquiera de sus formas; creo que es de vital importancia quererse a uno mismo pero, por supuesto, sin dejar de hacerlo bien, o lo que es lo mismo, sin hacerlo en exceso.

El mundo está lleno de payasos que, por arte de magia, de urnas trucadas, de imposiciones y hasta de guerras; han llegado a ser dirigentes o a convertirse en secuaces o cómplices de los mismos.

La política, a mi juicio y en líneas generales, está corrompida. Todos promulgan, cuán encantadores de serpientes o de pueblos desesperados, unas mejoras de vida que en realidad son el reclamo perfecto para llegar donde necesitan, que no es otro lugar que el de obtener un puesto de poder gracias al que enriquecerse o al que favorecer a los suyos.

Por si todo esto fuera poco, a falta de aprovechados y de seres entronados y entrenados para subestimar las inteligencias ajenas; de vez en cuando surgen los dirigentes dementes. Los que quieren dar un paso más. Aquellos que habiendo logrado calmar su sed de dinero, precisan apaciguar su hambre por pasar a la historia al precio que sea.

Un importe que pagará una sociedad que es movida como una marioneta en manos de un titiritero.

Personas que se ven obligadas por otras que no están en sus cabales a dejar de serlo. A morir en vida. A perder todos y cada uno de sus derechos en favor de los de aquellos que han decidido erigirse nuevos amos del mundo en que habitamos.

Y, mientras la sociedad es esclavizada por los iluminados, la vida va pasando sin posibilidad de retorno ni de marcha atrás.

Las personas nos vamos acostumbrando a ver normal lo que en realidad es aberrante. Los pueblos más favorecidos del mundo occidental, lo más que hacen es cambiar de canal pensando, quizás, que aquello que les espeluzna nunca va a pasarle a ellos.

Pero es mentira, porque el demente ávido de conquistas al más puro estilo imperialista, una vez que logre su primer objetivo, buscará la manera de ir a por el siguiente.

Así que a nosotros no nos queda más que esperar a que las altas esferas decidan qué hacer para protegernos de los muchos fantoches, pirados, iluminados y hasta sanguinarios líderes que, ya no sólo nos han vapuleado a lo largo de la historia, sino que continúan haciéndolo.

Quizás, se debería plantear la política por vocación, con el salario de un oficinista, un examen de capacitación antes de someter al candidato a sufragio y, sin lugar a dudas, otro de recuerdo cada cierto tiempo como en las campañas de vacunación.

Porque, seguramente, serían muchos menos los presentados y mucho más auténticos; lo que nos llevaría así a libraríamos de estar sometidos a los egos delirantes y a la voluntad de muchos idiotas incompetentes.



*Begoña Peñamaría es
diseñadora y escritora

Un mundo dirigido por idiotas

Te puede interesar