José Pato Blanco, en Maicart

La galería MaicArt  ofrece la muestra ‘LUCHA AFORTUNADA’ de José Pato  Blanco ( A Cotuña,,1956), un artista que en el año 2022 retornó de Alemania, donde residió desde 1966 y en la que se interesó por algunas de las corrientes de la abstracción, como el expresionismo abstracto, el informalismo o la action painting. Todo ello es visible en las obras que presenta donde la gestualidad, las manchas, los trazos libres y las formas configuran composiciones llenas de sugerencias abiertas a todos los posibles; en este sentido, podemos decir que hace suya aquella idea de Wols que afirmaba que “Un artista debe mirar más allá de lo que se manifiesta a sus ojos” . Como es característico de estas tendencias, no hay reglas fijas de composición, pero sí es posible constatar que las obras de José Pato están hechas con un gran dominio del ritmo y que manchas, líneas y cromatismo  siguen ciertas pautas para dialogar entre sí, estableciendo sinergias y relaciones en las que color y forma cooperan para crear armonías y contrastes. La renuncia a lo objetivo no excluye la presencia de una caligrafía muy personal que, a veces, crea formas entrelazadas con ecos rúnicos y, otras veces, perfila figuras que pueden recordar aves o siluetas humanas o extrañas criaturas de un zoológico aún no inventariado; también podemos ver negras sombras que pasan y se entrelazan en un ritual de ecos arcaicos, o traza blancas rutas que se entrelazan creando intrincadas conexiones sobre un fondo ocre claro. El espacio abierto es, a veces, el protagonista, como en un cuadro donde aparece una pequeña y volátil figura que se dijera atrapada por el aire. Otras veces, el ámbito se adensa, como en una obra de cálidos tonos tierra-dorados donde bullen esquemáticas criaturas y en cuyo centro se abre una especie de blanco vano o puerta de pasaje, junto a la que aparece el perfil marrón oscuro de un humanoide de larguísima cola con cierta traza de diablo y, a su lado, una pequeña niña de espaldas vestida de rosa  y que nos hace pensar en la lucha entre la inocencia y el mal. En general, se sitúa en la línea de la pintura-pintura que trasciende la apariencia, para ir a la sustancia profunda y construye poemas visuales, cada uno con su grafismo, ya suelto y expansivo o ya denso y concentrado, según el estado espiritual que quiere revelar o según los impulsos íntimos que experimenta al enfrentarse al lienzo. La ambigüedad forma parte de su hacer, no hay reglas fijas sino que cada obra tiene las suyas propias, esto permite que podamos hacer lecturas varias, a lo que contribuye la ausencia de títulos. Lo que transmite es la idea de que todo está en continuo cambio y metamorfosis, abierto a todos los posibles. A veces sus trazos y pinceladas son espesos y empastados como surgidos de una atmósfera densa, pero, más a menudo, se hacen volátiles y ligeros y tienden raíces hacia lo oculto, hacia todo eso innombrable que bulle en su interior. Un aspecto a subrayar es su dominio del color con el que consigue matices delicados o potentes y canaliza también las ansias ocultas de su alma.

José Pato Blanco, en Maicart

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