Feijóo acierta, otra vez

Cuando Feijóo se enfrentó a un congreso para presidir el PP gallego y lo ganó, demostró su talante y su compromiso con Galicia y con el PP. De aquel congreso no quedaron secuelas ni cadáveres y el propio presidente se afanó en que así fuera, incluyendo en su proyecto a la cabeza visible de la otra candidatura. Supo ganar con elegancia e interpretar el resultado de aquel congreso como un refuerzo del partido que necesitaba de todos y no sobraba nadie. Cuatro mayorías absolutas después y con las circunstancias no fáciles que se le presentan, el presidente gallego acepta un nuevo reto, reclamado por todos, para enderezar el rumbo del partido que es la alternativa a Sánchez. Lo hace con muchas renuncias, entre otras la de gozar de una posición política cómoda, apoyada en su mayoría parlamentaria y con una alta valoración de los gallegos que, encuesta tras encuesta, le muestran su aprobación y apoyo. Renuncia además a un modo de vida que, con su familia, lo verán alterado sustancialmente y con un panorama político español y global que exige liderazgos claros por la gravedad de la situación actual.


El referente político del PP acepta un reto que tiene, como primer objetivo, coser las heridas que han dejado sus antecesores para lograr la unidad en un partido que, difícilmente podría llegar a unas elecciones con garantías de presentarse divido. La unidad es condición necesaria, aunque no suficiente, para enfrentarse a las urnas con posibilidades de éxito, pero el valor añadido que suma Feijóo es su credibilidad, acreditada en urnas y en su gestión. Es, por lo tanto, el candidato que la izquierda no querría tener enfrente y esta será la razón por la que la retaguardia mediática al servicio del “sanchismo” sacará toda su artillería contra la esperanza azul de recuperar el gobierno de la nación. Esto no le asusta porque ya ha sufrido en sus carnes los zarpazos estériles de una oposición que no dudo en arremeter contra él durante sus años de gobierno con artes de dudosa legitimidad utilizando la insidia permanente contra la persona que ha conseguido hacer de su partido el espejo en el que se ven la inmensa mayoría de los gallegos. Además, se da la circunstancia de que su nueva responsabilidad no es incompatible con su presidencia de la Xunta, lo que le permitirá controlar los tiempos para realizar, también en Galicia, una transición ordenada y tranquila. Feijóo ha demostrado su habilidad en el manejo de los tiempos y que es preferible reflexionar antes de resolver asuntos urgentes que dejarse llevar por emociones incontroladas que buscan inmediatez más que efectividad.


Pero es que, además, es la única solución aceptada y apoyada por todos los barones del partido, lo único que le faltaba al PP era abrir una guerra interna para suceder a Casado, ese escenario solo lo querría Sánchez y otros más asilvestrados. No cubre Feijóo una ambición personal, acepta una altísima responsabilidad sobrevenida por los hechos recientes que golpearon al PP, esta cuestión abunda en el carácter “bó e xeneroso” del presidente y deja sin argumentos a una oposición gallega que carece de proyecto y de liderazgos sólidos, centrando su tarea en ataques personales contra aquel en quien los gallegos han demostrado su confianza hasta en cuatro ocasiones.

Feijóo acierta, otra vez

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