Ramaphosa, un luchador anticorrupción bajo sospecha

Ramaphosa, un luchador anticorrupción bajo sospecha

Cyril Ramaphosa, que empezó a presidir Sudáfrica en 2018 con la promesa de limpiar de corrupción la maquinaria interna de su partido, el histórico Congreso Nacional Africano (CNA), fue reelegido hoy como líder de la formación pese a un escándalo personal de presuntas irregularidades.

 

El presidente se impuso por 2.476 votos en la carrera por el liderazgo al exministro de Sanidad Zweli Mkhize, quien obtuvo 1.897 votos en la 55 Conferencia Nacional del CNA, que se celebra desde el pasado viernes hasta mañana en Johannesburgo.

 

Ramaphosa llegó a ese congreso después de que la Asamblea Nacional (Cámara baja del Parlamento) rechazara la pasada semana un informe que le acusaba de la posible violación de leyes anticorrupción en el escándalo del robo millonario en su granja de Phala Phala (norte) y que pudo desencadenar un proceso para su destitución.

 

El informe amenazaba su futuro político como jefe del Estado, cuestionado por algunos diputados rebeldes del CNA y la oposición, que presionaron para forzar una dimisión que pareció inminente el pasado 1 de diciembre, un día después de la publicación del informe, hecho por un panel independiente designado por el Parlamento.

 

El escándalo estalló el pasado junio, cuando el exjefe de la agencia de inteligencia del país Arthur Fraser denunció un robo de casi cuatro millones de euros escondidos en la granja del mandatario, hecho que Ramaphosa presuntamente intentó ocultar.

 

La Presidencia ya negó en junio las acusaciones de Fraser y confirmó que se produjo un robo ese día, cuando Ramaphosa asistía a una cumbre de la Unión Africana en Adís Abeba.

El mandatario alegó en su respuesta a preguntas del panel que la suma sustraída fue menor, de 580.000 dólares (unos 550.000 euros).

 

LARGA TRAYECTORIA POLÍTICA

Antiguo sindicalista y activista contra el régimen segregacionista del apartheid (1948-1994), Ramaphosa nació el 17 de noviembre de 1952 en la barriada de Soweto, en el suroeste de Johannesburgo.

 

Compaginó sus estudios de Derecho con el activismo político, lo que le llevó a la cárcel en dos ocasiones, acusado bajo las leyes de terrorismo que el Gobierno segregacionista blanco usaba para hostigar a la mayoría negra.

 

Después se inclinó hacia el sindicalismo y cofundó el Sindicato Nacional de Mineros Negros (NUM), el más grande de Sudáfrica.

 

Así, peleó por mejorar los salarios y las condiciones de los trabajadores, y en 1987 dirigió a los mineros en una de las huelgas más largas de la historia de Sudáfrica.

 

Su fama de estratega y negociador creció en esa época, convirtiéndose en uno de los políticos jóvenes con más proyección del CNA y una figura clave de las negociaciones del fin del apartheid.

 

De hecho, Ramaphosa presidió la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución de la nueva Sudáfrica multirracial, aprobada en 1996.

 

El mismo Nelson Mandela lo ensalzó como uno de los políticos "más talentosos de la nueva generación"

 

Sin embargo, Ramaphosa tenía otros planes y abandonó el mundo de la política para transformarse en un hombre de negocios exitoso y una de las personas más ricas del país.

 

Obtuvo participaciones en la empresa de telecomunicaciones sudafricana MTN o McDonald's, entre otras multinacionales, y ejerció de directivo de la compañía minera Lonmin, con sede en Reino Unido.

 

En 2015, destacó en la lista de la revista Forbes con una fortuna personal de 450 millones de dólares.

 

Sólo regresó a la primera línea política en 2012, cuando fue elegido vicepresidente del CNA.

 

CRISIS DEL CNA

Ramaphosa agarró el timón del CNA -el único partido que ha gobernado Sudáfrica desde la victoria de Mandela en las primeras elecciones democráticas de 1994- en un momento de crisis.

 

Era 2018. Los multimillonarios escándalos de corrupción que salpicaron al entonces presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma (2009-2018), eran tan polémicos, que sus compañeros de partido le obligaron a dimitir en febrero de ese año.

 

Entonces, Ramaphosa, que hasta ese momento había ocupado el cargo de vicepresidente del Gobierno y era el líder del partido desde finales de 2017 (el mandato de Zuma había acabado entonces), prometió un "nuevo amanecer" para erradicar la corrupción en el CNA.

 

A quince meses de las próximas elecciones, empezó una campaña intensa para limpiar la imagen de su formación, deteriorada tanto por la corrupción como por la situación económica de Sudáfrica, al borde de una recesión y con altísimos niveles de desigualdad.

 

En los comicios generales de 2019, el CNA, con Ramaphosa al frente, obtuvo cerca del 57,5 % de los votos, por debajo del 62,15 % cosechado en las elecciones de 2014.

 

Ese declive se acentuó en las elecciones municipales del 1 de noviembre, en las que el CNA cosechó los peores resultados de su historia al adjudicarse, por primera vez, menos del 50 % de los sufragios totales emitidos a nivel nacional (47,9 %).

 

Ahora, está por ver si el escándalo de Phala Phala persigue a Ramaphosa, que fue reelegido para un mandato de cinco años como líder del CNA y, salvo imprevisto, está llamado a ser la cabeza del partido en las elecciones generales de 2024.

 

Aunque nadie duda de que supone un nuevo obstáculo para la decadente popularidad del partido en el que militó Nelson Mandela.

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