En el número 140 de la calle Juan Flórez se encuentra Wayoyo, un acogedor local que combina la tradición cafetera latinoamericana con el espíritu cosmopolita de sus tres fundadores: los venezolanos Enrique Ulloa y Wilmer Arias, y la colombiana Carolina Oliveros. Aunque su lema es "grab & go" -pide y lleva-, este espacio invita también a quedarse, a compartir un rato de conversación y a descubrir las historias que hay detrás de cada taza de café.
"Nos gusta que la gente venga y se quede charlando un ratito con nosotros, y así conocer las historias de vida de cada uno, que son muy diferentes.Los tres hemos tenido vidas bastante movidas y, de alguna forma, este proyecto es el resultado de esos caminos cruzados”, comenta Enrique Ulloa.
Juntos decidieron poner en marcha Wayoyo a finales de marzo de este año, un proyecto que combina lo mejor que cada uno sabe hacer. "Wilmer y Carolina se encargan de la cocina, porque son chefs, y yo, que soy fotógrafo y estudiante de publicidad, me encargo de la parte de marketing. Llevaba dos años teletrabajando para la Agencia Europea del Medicamento. Era algo muy mecánico y quería un cambio. Necesitaba contacto con la gente", añade Enrique.
El café como punto de partida
El término Wayoyo se inspira en el nombre que en Venezuela se le da a una forma tradicional de preparar café, con características similares al café americano, pero con un toque más suave y limpio. "Nosotros venimos de países tropicales, con una gran cultura del café. Aquí en Europa a veces se toma mucho café torrefacto, que es amargo y quema el paladar. Queríamos ofrecer algo diferente, un café de verdad", comenta Enrique.
Para ello, se asociaron con Veracruz, un tostador local con más de 30 años de historia en A Coruña. "El dueño es el presidente de la Asociación de Baristas de Galicia. Nos ha preparado un blend especial de granos de Perú y Brasil que tiene mucho cuerpo y una acidez equilibrada. Incluso nos animó a vender el café en paquetes porque a la gente le ha gustado tanto que ya nos lo pedían para llevar", explica uno de los propietarios.
Pero en Wayoyo no solo se toma buen café, también se come bien. Desde mini bollería danesa y golfeados venezolanos -rollos dulces con un toque salado- hasta cheesecake con jalea de guayaba y pan de bonos colombiano, su carta es una mezcla de tradiciones y sabores. También tienen opciones para quienes prefieren evitar el gluten, como el pan de queso brasileño, hecho con almidón de yuca, queso y huevo.
Además, el local ofrece sopas, ensaladas y focaccias, perfectas para una comida rápida o para llevar. Y para los amantes del té, tienen alternativas como el matcha y el exótico taipí tailandés, para quienes buscan algo diferente al café.
Un espacio para el arte local
Wayoyo también se ha convertido en un pequeño refugio para el arte independiente. En sus paredes cuelgan ilustraciones de Dime Plaga y los collages del coruñés Antón López Bazarra, que mezcla cultura pop y nostalgia en sus obras. "La idea es que los artistas vayan rotando. Ahora estamos empezando a introducir una pequeña sección de revistas especializadas. Ya tenemos una de café y queremos seguir ampliando ese espacio cultural”, explica Enrique.
Un lugar para quedarse
Aunque la idea inicial era ser un auténtico grab & go, Enrique confiesa que cada vez disfrutan más viendo a sus clientes quedarse un rato, charlando entre ellos o simplemente disfrutando de un buen café mientras hojean un libro de su pequeña selección de libros usados. "Queremos que Wayoyo sea más que un lugar donde compras café. Queremos que sea un punto de encuentro, un espacio para crear conexiones", concluye.