Serrat y A Coruña se dedicaron un último gran día lleno de palabras de amor

Serrat y A Coruña se dedicaron un último gran día lleno de palabras de amor
Foto: Pedro Puig

Joan Manuel Serrat, el nombre que trasciende generaciones y el hombre que traspasó muros ideológicos en tiempos difíciles, dijo adiós a su relación profesional con A Coruña. Subyace por debajo del hecho en sí una realidad que contagió sus más de dos últimas horas y cuarto sobre el escenario herculino, en clave de abrazo colectivo y repaso no solamente a la banda sonora de una vida, sino de un tiempo. Lo hizo con la sonrisa en la cara de quien se va cuando quiere, pero también empapado de la nostalgia y la tristeza de un público que masticó cada verso, y en el caso del autor del Poble Sec es literal, como si fuera la última estrofa de un poema de amor eterno. 
 

El primer homenaje que le brindó A Coruña fue una bienvenida-despedida con el cartel de no hay billetes en la puerta del Coliseum. En total fueron  6.500 palabras de amor, que a los quince años no sabían más, pero que aprendieron a protestar con el cantautor. Podría haber elegido un recinto más íntimo, más acorde con su edad, pero no se trataba del momento, sino de la significación. Se abrió el telón, teatral cómo no, con la puntualidad de un caballero, y antes siquiera de entonar palabra alguna ya se había metido al público en el bolsillo. Ni siquiera los temas más contemporáneos escapan a impregnarse de compromiso y actualidad, así que para abrir boca eligió los versos de Miguel Hernández con acordes que componen ‘Dale que dale’.

 


 

Viajó rápidamente la nave del tiempo a los tiempos en los que pronunciar Serrat marcaba una protesta frente a la negación de casi todo. Se remontó a ‘Mi niñez’ para, acompañado de siete músicos y una puesta en escena circense, montarse en ‘El carrusel del furo’. “Dejemos a un lado las nostalgias, porque miras el frente y no hay más que futuro” dijo en su primera confesión de despedida. Nadie maneja los silencios, la seriedad y la sobriedad hasta convertirlo en entrañable y sincero como el catalán, que ejerce como nadie como tal. Los silencios dijeron tanto como el repertorio, acompañados en ocasiones de una teatralidad tan milimetrada como acertada. Un café literario con más de 6.000 fieles que parecieron disfrutar a solas.
 

‘Señora’ y ‘Lucía’ se adentraron en el comienzo del repaso a través de las décadas para volver nuevamente sobre Miguel Hernández y ‘Nanas de la cebolla’. Nadie le pedía al autor sonar perfecto, pero sino a sí mismo durante los himnos . ‘Tu nombre me sabe a yerba’, ‘Mediterráneo’ o ‘Cantares’ precedieron al breve descanso previo a la traca final. ‘Fiesta’ y ‘Penélope’ quedarán para la historia musical de A Coruña como los últimos tragos de Serrat. A sus 78 (79 cuando finalice la gira en diciembre en Barcelona), le dio al botón de pausa de casi seis décadas de carrera y de prácticamente 25 temas sobre el escenario. Antes de empezar, todos, incluido él, sabían que podía ser un gran día, pero el tiempo le dará la categoría de histórico para una ciudad que ya habla de los conciertos de Serrat en pasado.

Serrat y A Coruña se dedicaron un último gran día lleno de palabras de amor

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