Una lucha sin cuartel por hacerse valer frente a las grandes áreas que se llevan al cliente

Una lucha sin cuartel por hacerse valer frente a las grandes áreas  que se llevan al cliente
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La Zona Comercial Obelisco no necesita promoción. Distrito Picasso la consigue gracias a la manzana de oro de Inditex. Y los centros comerciales lo tienen muy fácil para que los clientes acudan en masa. Pero, aunque nunca se piense en ello, las rebajas también son una realidad en los barrios de la periferia. Los comercios de lugares como Distrito Mallos, el Castrillón, Eirís y Monelos necesitan dar salida al stock como el que más.
Los trucos y la originalidad son los que mandan cuando se trata de enfrentarse a los gigantes, que afectan particularmente a los negocios agrupados en la Asociación Distrito Mallos. “Los grandes centros adelantaron las rebajas y eso para el comercio tradicional es un palo”, cuenta el presidente, José Salgado, que se muestra preocupado porque “la gente de aquí puede ir andando a todos”.
Como gestor del mayor aparcamiento subterráneo del entorno lo tiene fácil para hacer estadísticas. “En diciembre casi siempre había el doble de coches que el resto de los meses y este año ese mes fue peor que los anteriores”, estima.
El optimismo no es algo que se respire en el entorno pero la esperanza es, siempre, lo último que hay que perder. Salgado dice que sus asociados “no las tienen todas consigo”, pero aguarda que las rebajas ayuden a remontar las ventas de una zona bastante deprimida a la que ni llegan los turistas de crucero, ni los autobuses turísticos,  ni los vecinos de localidades limítrofes buscando ofertas.
“Aquí el pequeño comercio no está notando la mejora”, recalca, pese a que los residentes en Os Mallos pueden escoger entre una gran oferta que va desde tiendas de ropa y calzado hasta mercerías o droguerías pasando por ferreterías, ópticas y tiendas de regalos. Pero por sus aceras apenas pasea gente y pocos cruzan el umbral.  

etiquetas "agresivas"
Para combatir a estos gigantes este año se han colgado etiquetas “con rebajas impresionantes que nunca fueron tan enormes”. “Es la ocasión de comprar porque el comercio necesita efectivo para adquirir para la nueva temporada y hace el esfuerzo de hacer grandes descuentos”, zanja Salgado, que también confía en el poder de atracción de la tarjeta de cliente amigo.
Los integrantes de la Asociación de Comerciantes de Castrillón, Eirís y Monelos (Acocem) arañan como pueden unas ganancias para las que lo tienen todo en contra. Incluso la orografía de los barrios. Pero su presidenta, Mariló Fernández, aprovecha que el año está empezando y vende la pega como algo positivo para cumplir los propósitos de año nuevo. “Aquí tenemos un gimnasio natural y si alguien quiere adelgazar solo tiene que subir una vez al día estas cuestas”, bromea.
En la realidad a lo que se agarran con uñas y dientes es a su particular filosofía para hacer negocios. “Nosotros hacemos campañas más agresivas: no tenemos rebajas sino liquidaciones de stock para que la gente no se vaya en desbandada a los centros comerciales o a otras zonas”, aclara.
A ellas se suman tiendas de regalos, mercerías, perfumerías e incluso servicios como los de peluquería, que lanzan precios outlet para que el que pase por delante no pueda seguir de largo. “Con el boca a boca incluso viene gente de otras zonas”, se congratula Fernández.  

Una lucha sin cuartel por hacerse valer frente a las grandes áreas que se llevan al cliente

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