Reportaje | Betanzos ‘borda’ su historia desde una sala del Museo das Mariñas

Lúa Mosquetera reivindica la figura de Fundación Jiménez Cossío
Reportaje | Betanzos ‘borda’ su historia desde una sala del Museo das Mariñas
El taller de Lúa Mosquetera se realizó en las instalaciones del Complejo Santo Domingo-Vicente de la Fuente | Quintana

El 9 de agosto de 1996 abría una de las salas más singulares del Museo das Mariñas de Betanzos. Un espacio exclusivo para acoger la colección de arte popular de la Fundación Jiménez Cossío. Todo un acontecimiento cultural que  contó con la exquisita organización de Natalia Jiménez Cossío.


Este sábado, coincidiendo con el aniversario de aquel estreno y en aras de evocar “unha das xoias do museo”, la artista miñense Lúa Mosquetera impartió un taller de bordado inspirado en las creaciones atesoradas por las antecesoras de ‘Natalita’ en la Quinta de San Vitorio, en San Fiz de Vixoi.


“Seguindo o legado que depositaron no museo as mulleres desta familia”, los asistentes aprendieron a crear “ao tempo que dignificamos o traballo do que as Cossío denominaron arte popular”, explicó en su introducción el director del museo, Ángel Arcay.

 

Abuela Carmen 


Bisnieta de José Pascual López Cortón, impulsor de los Juegos Florales de A Coruña en 1861; nieta de Manuel Bartolomé Cossío, colaborador de la Institución Libre de Enseñanza, director del Museo Pedagógico Nacional y sucesor de Francisco Giner de los Ríos, y de Carmen López-Cortón Viqueira; hija de Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia de Estudiantes entre 1910 y 1936, y de Natalia Bartolomé-Cossío López-Cortón, y sobrina de Xoán Vicente Viqueira López-Cortón, el intelectual al que Galicia dedicó el Día das Letras en 1974, la artista criada entre eruditos y ‘estudiantes’ como Dalí escogió Betanzos para ‘custodiar’ la herencia de los Cossío y los Cortón. Porque hace veintisiete años, después de varios encuentros en San Vitorio, mucho mimo y cuidado, a través de estos encajes, bordados, abanicos, deshilados, brocados y dechados, Jiménez Cossío (1921-2008) cedía a Betanzos parte de la ‘esencia’ de los Cossío y los Cortón. Una colección extraordinaria surgida del empeño especial de su abuela que, a través de estos elementos, trataría de reivindicar “a arte feita durante séculos por mulleres anónimas”, en España y en otros territorios de Europa. 


Las piezas acumuladas durante años entre Madrid, donde residían habitualmente, y en Vixoi, a donde se trasladaban durante los meses de verano, se salvaron ‘in extremis’ pues, antes de marchar al exilio por la Guerra Civil, la familia pudo depositar la colección en el Museo Sorolla. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Natalia Jiménez y el esposo de ésta, John Stucley, pudieron recuperarla y una parte acabó en la Universidad Complutense de Madrid y otra en el Museo das Mariñas de Betanzos.
La intervención de ‘Natalita’,  una personalidad inquieta, tan admirable como sorprendente, confluencia de varias generaciones de intelectuales y esencia viva de ‘institucionistas’, ‘residentes’ y ‘galleguistas’, hizo posible la apertura de la Sala de la Fundación Jiménez Cossío en Betanzos.  

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