La tradición no admite novedades

Podemos imaginarnos con facilidad que debe de haber no pocos cafés de amigos, corrillos en torno a un banco del parque y conversaciones de ascensor en las que personas de cierta edad, de esas que han visto mucho y saben también mucho –que no todo, aunque alguna opine como si así fuera– en los que alguien se lamente de la mala suerte de los almonteños que se quedaron sin procesión de la Virgen del Rocío por la rotura del paso. Y casi sin pausa para respirar, ese alguien sentenciará que estas cosas pasan por querer incluir modernidades en las tradiciones. Aunque una estructura que pese un treinta por ciento menos que la que sostenía hasta ahora la imagen de la Virgen más que una cuestión de modernidad es de humanidad, por aquello de que la portan a hombros. Será que alguno liga la fe al sufrimiento...

La tradición no admite novedades

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