Lleva repitiéndolo Sabina durante décadas: “Al lugar donde fuiste feliz no deberías tratar de volver”. Dicen los que no han resistido la tentación que se pierde la magia, y que la expectativa casi siempre supera la realidad. Sin embargo, en este caso los protagonistas que quisieron despedirse de Pachá conocen muy bien en qué estado está la discoteca que cambió la historia de la marcha, y que entre 1987 y 1995 se convirtió en la Meca del ocio coruñés (más tarde sería La Roca). Y todo eso y mucho más quisieron recordarlo por enésimo vez Manuel Tato y Lucía Santos, DJ y responsable del ropero durante años, y desde entonces también buenos amigos.
Por su parte, por las manos de Lucía Santos pasaron decenas de miles de prendas de clientes entre 1991 y 1997. “Antes se vestía mejor, había chaquetas de ante y piel que pesaban muchísimo. La gente compraba en sitios como Pieles de Mallorca, La Base, LV o Moschino”, subraya. Sin embargo, como evidencia la última reunión de románticos de Pachá, de aquellos días surgió un vínculo que para la antigua trabajadora es la mejor lectura. “No sabría definir muy bien el por qué, pero de esa etapa maravillosa el mejor recuerdo que me llevo es haber hecho amigos que aún siguen”, finaliza. En total, y a pesar de que la excusa era solamente hacerse la última foto, 'a lo tonto' que se diría antes echaron más de 45 minutos en la puerta que un día fue el acceso a otro mundo.
