Rhodes y Chopin ponen en pie al puerto de A Coruña

Rhodes y Chopin ponen en pie al puerto de A Coruña
James Rhodes hablando con el público después del primer tema | Patricia G. Fraga

Dicen que es británico, es español, a veces parece argentino, por asociación, pero su sueño es ser gallego, “dadme un par de años y hablaré solo gallego”, comentaba James Rhodes, enfundado en su sudadera de Chopin, tras tocar el ‘Nocturno nº 20, Op. posth’ del compositor polaco.

 

Al pianista le tocaba cerrar los conciertos del muelle de Batería de Noites do Porto y lo hizo dedicando su programa por completo a Chopin, saliéndose de la carretera marcada solo para el bis, con el que quiso mostrar su amor al público coruñés.


Tras los primeros aplausos tras el ‘Nocturno’, Rhodes se atrevió con el gallego, “moitas grazas, que xente tan fermosa”, agradecía, antes de meterse de lleno en el ‘Improptu nº 2’, una pieza “que lo tiene todo en seis o siete minutos”, ya que no solo es “una tortura para los dedos”, sino que otra parte, como “una marcha militar”, demostraba “la morriña” de Chopin por su Polonia natal.


Rhodes se adentró de lleno en una de las facetas más crudas del polaco con el ‘Scherzo nº 3, Op. 39’, una composición “muy chunga”, una de las piezas “más violentas de Chopin que conozco”, explicaba el intérprete al público coruñés. Y como si el pianista tuviese un trato con Eolo, el viento arreció con fuerza durante las partes más intensas de la pieza, estremeciendo la gran cúpula transparente que salvaba a los asistentes y dándole mayor intensidad, si cabe, al improptu.

 

Ronda final

Y, como antesala del final, Rhodes apostó por la tercera sonata del polaco, “más larga que un episodio de Paquita Salas”, bromeaba, pero cuyos cuatro movimientos se sucedieron como “capítulos de un libro”, terminando de cautivar a un público que despidió en pie al pianista con una larga ronda de aplausos, que solo se pausaron para permitir que se volviese a sentar al piano unos minutos, para el bis final, con el que los coruñeses rompieron de nuevo a aplaudir. 

Rhodes y Chopin ponen en pie al puerto de A Coruña

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