Que los inicios nunca fueron fáciles es una máxima universal aplicable a cualquier ámbito de la vida, aunque en el caso del día a día de los vecinos del barrio de Xuxán es una realidad con la que ya se han acostumbrado a vivir. El antiguo Ofimático toma forma a pasos agigantados con nuevos edificios y servicios, pero por el camino aún existen muchas dificultades que en el resto de la ciudad resultan impensables.
En plena eclosión de conceptos como el take away o el delivery, el simple hecho de encargar comida a domicilio puede convertirse en un engorroso trámite si se reside en Xuxán, tal y como ya ha comprobado en más de una ocasión Diego García, residente desde 2021. “Los repartidores no saben dónde están las calles o los números, como mucho saben llegar a Lidl, pero cuando les toca meterse dentro del barrio tenemos que ir guiándolos”, asegura. “No saben ni que existimos; una vez quisimos pedir una pizza y la página web ni siquiera contemplaba nuestra dirección”, añade.
Ni siquiera los mayores expertos en el callejero de la ciudad, los taxistas, le tienen el pulso cogido a la zona. “Los taxistas nos dicen que no empiezan a contar el servicio hasta que nos recogen, que no nos cobran el tiempo que pierden dando vueltas para encontrarnos”, confiesa García, que sin embargo se muestra satisfecho con la evolución de Xuxán en los dos últimos años. “Al principio fue muy duro, porque en el barrio no había nada de nada, ningún tipo de servicio, solamente tres edificios construidos”, dice. “Al que ahora esté pensando en mudarse le diría que en un año y medio o dos ya seremos un barrio más formado, lo veo como un barrio más en dos, o tres años”, prosigue.
El ejemplo de resilencia de los primeros ‘colonos’ llevó a iniciativas como la celebración del Samaín, con familias enteras realizando el truco o trato en los pisos ya poblados. Y es que, además de la paciencia, si algo tienen en común los vecinos es un perfil sociológico muy semejante. “Somos casi todos gente joven, entre 30 y 35 años, en algunos casos con niños muy pequeños o de meses”, explica Diego García, uno de los vecinos más activos y que empieza a dar forma a la siguiente iniciativa grupal: la asociación de vecinos. “No somos ni Eirís ni Matogrande, sino un barrio con entidad propia y hablando con los vecinos el día de Halloween comentamos lo necesaria que sería una asociación para temas de comunicación con el Ayuntamiento o subvenciones”, finaliza.