Reportaje | Debatir: un arte para todos los públicos

Reportaje | Debatir: un arte para todos los públicos
Debate entre estudiantes en la Fundación Barrié / Javier Alborés

Si algo parece claro de cara a los próximos meses es que, en pleno año electoral, debates no van a faltar. Sin embargo, la Fundación Barrié daba esta tarde la oportunidad de presenciar uno protagonizado por adolescentes, lo que sin duda aportaba al espectáculo de la oratoria frescura y una confrontación de ideas mucho menos previsible. Se trataba de la final de la quinta edición del Torneo de Debate Académico de Galicia (TDAG), un evento en el que participaron un total de 425 alumnos de 55 centros escolares de toda Galicia agrupados en 79 equipos. 


La final constaba de dos categorías en función de la edad de los participantes. Los tres primeros cursos de la ESO conformaban la primera de ellas y fueron los teloneros de la final en la que competían los alumnos de cuarto y Bachillerato. Y los estudiantes no defraudaron en ninguno de ambos duelos. 


La primera de las finales la protagonizaron los institutos coruñeses Compañía de María y Peñarredonda. Los jóvenes debatieron sobre si era más conveniente para los adolescentes vivir en un entorno rural o en uno urbano. Todos los participantes demostraron haberse preparado el debate concienzudamente, algo que quedó patente con la gran cantidad de documentos que aportaron para sostener sus argumentos, basados en diferentes estudios o artículos de periódicos de prensa escrita.

 

Cruce de argumentos

Sobre la mesa pusieron argumentos como la salud mental o la multiculturalidad en ambos contextos. Fue un debate intenso, con el mérito añadido de que la postura que les tocaba defender era sorteada justo antes del debate, lo que les obligaba a tener preparadas ambas posibilidades.


Como cierre a un cruce de ideas, llegó la conclusión final de Eduardo, alumno del Peñarredonda y que defendía el entorno rural. El joven puso como ejemplo a Julia Roberts, y aseguró que “para que una estrella alcance el cielo, primero debe nacer en el pueblo”, una ocurrencia muy aplaudida. En esta final, se impuso el Compañía de María. Antía Rey, del Rafael Puga Ramón, se llevó el premio a la mejor oradora.


Luego, llegó la final de los mayores, con el Rafael Puga Ramón y el Montespiño en escena. La cuestión era si debían priorizarse, o no, aquellos conocimientos útiles sobre los que no lo son. Entre los argumentos esgrimidos, Blanca, del Montespiño, se refirió a la teoría de la relatividad de Einstein, alegando que no parecía útil cuando fue ideada por su autor. Tras un debate maduro y trabajado por ambos equipos, Montespiño se llevó la victoria. Los mejores oradores en esta categoría fueron Irene Curty (Lar de Vigo) y Óscar Rodríguez (Nosa Señora dos Ollos Grandes de Lugo). 

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