El Ayuntamiento lleva años trabajando para limpiar las paredes de grafitis, que considera que son una muestra de vandalismo que afecta a la ciudad. Aunque anteriores gobiernos locales ya estaban combatiendo el fenómeno, fue en junio de 2021 cuando la por entonces concejala de Medio Ambiente, Esther Fontán, presentó la Oficina Virtual del Grafiti (OVG), que comenzó sistemáticamente la identificación de artistas/vándalos y la eliminación de sus obras. O fechorías. Sin embargo, a día de hoy, la Policía Local todavía denuncia o informa de un grafiti nuevo una vez a la semana.
En el lado positivo, se trata de una reducción bastante notable desde que el Gobierno de Inés Rey comenzó su política antipintadas. Durante 2021, cuando ya había comenzado la oficina su actividad, se habían contabilizado 151. Es decir, que se han dividido por tres. Es una reducción significativa, pero está lejos del eliminarse el problema, aunque fuentes municipales destacan que la política que se está siguiendo está funcionando de manera bastante positiva.
Parte del deber de la oficina del grafiti consiste en detectar a los autores de las pintadas. Para ello cuenta con expertos en grafología, que tienen un archivo con todas las obras de los vándalos que actúan habitualmente en la ciudad. De esta manera, pueden abrirles expedientes y sancionarlos, a veces por cientos de euros, y conseguir que firmen un escrito aceptando no continuar con sus andanzas. A lo largo de los años, la identidad de los infractores se ha reducido y como hay muchos reincidentes, son fáciles de identificar. “La verdad es que no se esconden. Siempre firman sus obras”, señalan fuentes municipales. En total, se estima que hay unos diez grafiteros activos en este momento en A Coruña.
Un hecho que puede sorprender es que no se trata de menores ni de jóvenes adolescentes. La mayor parte de ellos son hombres adultos, a veces de 40 años o más. Para muchos de ellos, la amenaza de las sanciones no surte efecto porque les basta con alegar insolvencia. Más efectiva para desanimarlos está resultando la intensa labor de limpieza. “Ellos quieren que sus obras permanezcan, para que la gente pueda verlas cuando pasan por ahí. Si no, no les merece la pena el esfuerzo y el dinero que gastan”, explican las mismas fuentes.
Eso no quiere decir que la Concejalía de Medio Ambiente descuide a las nuevas generaciones. Según los datos municipales, los jóvenes se inician en esta forma de vandalismo entre los doce y los catorce años. Precisamente, porque a esa edad, se consideran impunes. En las charlas, impartidas por expertos de la OVG y por la Patrulla Verde de la Policía Local, les explicarán cómo se localiza a los infractores para eliminar esa sensación de impunidad.
Se invierten 150.000 euros al año en combatir pintadas. Solo el año pasado el OVG realizó 2.334 actuaciones (en 2023 fueron 2.612) y en el primer cuatrimestre de este año se ejecutaron 793, así que todo parece indicar que el número sigue bajando. En total, desde la puesta en marcha de este servicio se han realizado 10.239 intervenciones, que han permitido borrar cerca de 40.000 pintadas.
Eso quiere decir que, cada día, los operarios limpian una media de 25 dibujos que el Ayuntamiento considera que afean las calles. Cada día se recibe casi una reclamación de media. Estas suelen atenderse en menos de 48 horas. Aunque, en el caso de los mensajes considerados “de odio” o que sean ofensivos de alguna manera, se procede a su retirada inmediata. En 2024, se trabajó especialmente en Ramón y Cajal, la avenida de Oza y A Gaiteira.
“No se va a eliminar pero va a quedar bastante erradicado”, apuntan desde María Pita. Pero eso no significa que las paredes de A Coruña quedarán desnudas. Otro de los objetivos de la Concejalía de Medio Ambiente, de la que depende la OVG, es finalizar para este año un catálogo de paredes que puedan servir de murales con “valor artístico”.