El número de bajos vacíos en la calle Real se ha reducido a la mitad en menos de tres años

La capacidad de tracción de las grandes marcas ha permitido recuperar esta emblemática vía del centro
El número de bajos vacíos en la calle Real se ha reducido a la mitad en menos de tres años
Calle Real @Patricia G. Fraga

En un día como ayer, en el que ha brillado el sol después de días de lluvia, se puede constatar mejor la recuperación que ha sufrido la calle Real: cientos, quizá miles de personas la recorren a diario, admiran sus escaparates y entrar en sus establecimientos. Resulta un contraste evidente con los años más duros de la crisis, en la que las persianas cerradas y los carteles de ‘Se alquila’ eran lo habitual. Ahora son menos de la mitad. El motivo de esta recuperación no es otro que las franquicias: las multinacionales han salvado la calle Real.


Ese es el diagnóstico de la consulta inmobiliaria Gesvalt, que sitúa el punto más bajo de la calle Real en 2012, cuatro años después del estallido de la crisis inmobiliaria. “A día de hoy, casi todos los negocios importantes son franquicias”, apunta Roberto Castro, director territorial de Galicia. 


Es una dinámica muy conocida que los negocios pequeños se benefician de la presencia de las grandes marcas, que son las que realmente atraen al público. Los minoristas se aprovechan de las sobras. Por ejemplo, la marcha de Pull & Bear de los bajos del Cine París, donde se había instalado en 2000 provocó alarma, porque los comerciantes temían que empeorara la situación: en ese entonces todavía había más de 20 bajos vacíos. Pero la situación ha mejorado notablemente y, a día de hoy, quedan once locales vacíos, sin contar el antiguo McDonald’s, que acogerá próximamente un Totoro Sushi


Entre los que se encuentran todavía sin ocupar se encuentra el antiguo inmueble de la Farmacia Villar, que se trasladó al local contiguo, o la de la Relojería Salamanca. “Casi todos los nuevos negocios que abren son multinacionales”, puntualiza Castro, aunque aún existan negocios emblemáticos, que han resistido contra viento y marea “como una o dos joyerías”. 


Castro destacó que la recuperación ha sido posible gracias a las grandes marcas que habían seguido apostando por la calle Real. Zara se había trasladado a la plaza de Lugo, pero en el número 49 quedaba Decathlon, que había abierto en 2015. Con el tiempo, se han instalado otros negocios de zapatillas deportivas que también han generado más atracción.

 
El valor del escaparate 

También hay que tener en cuenta el alto precio del alquiler en la calle Real, que no todo el mundo puede costear, porque los precios son altos: algunos locales, como la antigua Farmacia Villar, de 225 metros cuadrados, se alquilan por 5.000 euros al mes, según el precio marcado en el portal Idealista. 


Aunque Gesvalt estudia el mercado retail (el del comercio minorista) no se atreven a poner un precio medio a la calle Real. “Allí lo que cuenta es el escaparate. Es decir, la tienda vale lo que el escaparate”, explica Castro, que aclara que la razón de que se valore este factor por encima de otros como el espacio es que la calle Real es un lugar de paseo, que no de paso. “Todo es muy visual y la gente se queda con eso. Pasear viendo escaparates es una forma de ocio habitual, pero no se puede practicar en todos los sitios”.  

 

La calle Real tiene la ventaja de que está protegida del sol y del viento, de manera que es agradable de recorrer en invierno o en verano, comparada con otros sitios más expuestos, como la aledaña Marina. “Es una calle que se disfruta, sobre todo los fines de semana y las tardes, que es cuando se hace más caja”, añade el experto. 


Esto lo diferencia de otros enclaves incluso con más éxito comercial, como puede ser la plaza de Lugo, donde los bancos invitan más a la estancia. La calle Real parece diseñada para dar un paseo, y para mirar los escaparates de las tiendas. 

El número de bajos vacíos en la calle Real se ha reducido a la mitad en menos de tres años

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