Manuel Vilas | “No tenemos una relación sana con el placer porque esa palabra no goza de buena fama”

Manuel Vilas | “No tenemos una relación sana con el placer porque esa palabra no goza de buena fama”
El escritor Manuel Vilas en la Fundación Luis Seoane | Quintana

Manuel Vilas presentaba ayer en A Coruña su última novela, ‘Nosotros’, una obra en torno al mito del amor eterno y en el que va reflexionando sobre aspectos intrínsecos de la sociedad, como la vida en el capitalismo o la culpabilidad del placer.

 

¿Cómo nace esta idea?
Tenía en la cabeza la idea de narrar la historia de un amor perfecto, un amor que durase 20 años, en el que, a lo largo de esos 20 años hubiera habido erotismo, pasión, alegría, entusiasmo... que no hubiera decaído, en ningún momento, ese primer tiempo del enamoramiento. Lo que se entiende por una relación perfecta. Ese fue el germen, luego apareció el personaje de Irene, la viuda, y a partir de ahí la novela fue creciendo en torno a las obsesiones y fantasías de Irene.

 

Empieza dentro de ese mito del amor eterno, pero el lector va vislumbrando las imperfecciones.
Se va dando cuenta de una fantasía... hay un giro de guión a las tres cuartas partes de la novela, pero ya se va sembrando a lo largo de la novela una serie de dudas acerca de lo que cuenta Irene, que es el típico narrador que miente o que no acaba de decir la verdad. El lector acaba siendo un voyeur del alma de esta mujer y de su relación ideal con su marido, Marcelo, el pasado de ellos, los viajes que hicieron, la manera de amarse, ese sentimiento de permanente festividad en el que vivían... y acaba siendo la historia de una mujer que busca la plenitud, que también busca la libertad y que se da cuenta de que en el amor hay también un componente que a veces no nos gusta nombrar que es el placer.
 

Irene deja ver que el placer no está bien visto, ¿denostamos también el placer en la vida real?
Sí, yo creo que nos llevamos mal con esa palabra, no tenemos una relación muy sana con esa palabra porque en el discurso social, la palabra placer no goza de buena fama porque preferimos otras palabras. Eufemísticamente decimos ‘me gusta’, ‘me encanta’, ‘me fascina’... Por ejemplo, un presidente del Gobierno dice ‘me presento a presidente por mi responsabilidad con el pubelo’... no, te presentas porque te da placer. Quizá no estamos preparados para escuchar esas declaraciones, pero es evidente que si te causara pesar no te presentarías (ríe). Nuestra relación con la idea de placer no es sincera. Hay un problema social, psicológico, con esa palabra, quizá porque está sometida a la corporalidad y eso no tiene muy buena tradición, sobre todo en países donde la tradición judeocristiana ha sido importante. Y luego está la deriva del hedonismo y el capitalismo.
 

Irene habla bastante la hipocresía de la sociedad capitalista.
Somos muy hipócritas con el capitalismo, igual que con el placer, es casi lo mismo. El capitalismo es condenado en la conversación pública, todo el mundo está de acuerdo en que es un sistema depredador, injusto, feroz... pero en la manera privada con la que la gente se relaciona con el capitalismo es ‘si puedo tener una habitación con vistas al mar, mejor que a un patio de luces’ (ríe).
 

Hay un soneto de Quevedo que es uno de los leitmotiv de ‘Nosotros’, donde se deja entrever que no está bien armado.
Es lo que creo, en los dos tercetos finales hay una interpretación canónica, pero es un lío. Esto lo explicaba en clase y siempre me lo parecía, porque era poner los sujetos de los verbos del último terceto en el primero, ¿por qué? ¿lo dijo Quevedo? Es una fe interpretativa. Yo no sé que demonios dice al final, hay teóricos que dicen ‘dice tal’. Irene al final dice ‘este soneto no se entiende’ y al no entenderse, el amor tampoco se entiende (ríe).
 

De algún modo critica a uno de los clásicos, que parece que no se pueden tocar o criticar constructivamente.
La literatura clásica como intocable me parece una abominación. Por eso, al final, no la lee nadie, como es intocable... Yo creo que hay que leerla y someterla a la actualidad y esto es una de las cosas que me gusta de haber traído un soneto de Quevedo a la novela. 

 

Manuel Vilas | “No tenemos una relación sana con el placer porque esa palabra no goza de buena fama”

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