Los ladrones de piedra coruñeses

Los ladrones de piedra coruñeses
Vista de la bahía coruñesa en 1900

Se conserva gran parte de la correspondencia de la ciudad de la primera mitad del siglo XIX, lo que permite descubrir algunos de los problemas que afrontaban los coruñeses por aquel entonces. Uno de los más curiosos es el robo de materiales de construcción, una práctica que parece que atemporal. El 18 de julio de 1729, el Ayuntamiento recibe una carta del Ingeniero Montaigú, que dice: Muy señor mío; habiendo resuelto SM la fortificación de esta plaza y sus arrabales y en particular el de la pescadería se dio orden por el señor Marqués de Caylús, para obligar que ningún vecino saque piedra en todo el distrito que han de ocupar las fortificaciones que se proyecten por Su Majestad (SM). Desde el molino de viento en línea recta a la fuente nueva, hasta las primeras casas del arrabal de Santo Tomás y pescadería.


Y sigue: “Queriendo atender en el mismo tiempo a que los particulares que la tuvieren para fabricar o componer sus casas pudiesen lograr el beneficio de hallar cerca dicho material, se dejó libre al vecindario hacerla sacar desde dicho molino de viento así al monte tirando a San Amaro y más allá hasta la torre de Hércules. Sin embargo de estas ordenes que fueron repetidas, los vecinos de esta ciudad y pescadería, mandan sacar piedra para usos particulares en los sitios prohibidos y que deben ser ocupados por las referidas fortificaciones de que se sigue un gran perjuicio al Real servicio de SM”.


A Montaigú le preocupaba que si construían algo en el trazado de las fortificaciones, luego podría ser necesario demolerlo y los particulares podrían reclamar una compensación al rey: “En caso de que algún particular quisiese fabricar casas nuevas en los referidos distritos o cerca de ellos dentro o fuera de la plaza o ensanchar las que confinan con ellos me parece necesario prevenir al público que no se podrá ejecutar sin que primero se reconozca por mí o por otro Ingeniero que yo nombre el paraje que quiere ocupar para considerar si puede o no perjudicar a la fortificación determinada”.


“Y no teniendo más que participar a vs. Sobre este asunto suplico a Dios guarde a usted. Los muchos años que puede y deseo.... Beso la mano de vs. Su mayor servidor; Francisco Montaigú”.


Acuerdos del concejo

El 11 de agosto de ese mismo año se conserva otro documento interesante que habla de los ataques de los piratas de Berbería en al costa gallega, en busca de esclavos y botín. Era una práctica habitual desde hacía siglos, y los piratas berberiscos habín depopulado tramos enteros de la costa mediterránea. En Galicia los ataques no eran tan graves. Pero, aún así, los regidores de esta ciudad se juntaron en ayuntamiento para tratar de las cosas del servicio de SM y se acordó lo siguiente:


“En este ayuntamiento se ha visto una carta del Conde de Itre, fechada en Betanzos, en que dice que habiendo puesto en la noticia de SM, con el motivo de los diversos desembarcos que intentaron en este verano hacer los moros en la costa de este Reino, lo indefenso que están los naturales de ella careciendo de armas y municiones, le dice el Marqués de Castelar que para dar cuenta al Rey de las armas y municiones que necesitan para su defensa le envíe un estado que exprese la cantidad conducente a su resguardo y por considerar que esta providencia solo debe mirar a los parajes, se servirá la ciudad suministrarle las noticias correspondientes a este intento con distinción de lugares y distritos para que en su vista SM, resuelva lo que tuviere por más conveniente, al bien de estos naturales. Vista por la ciudad, acordó que el señor Ignacio Romay informe lo que se le ofrezca para la ejecución de lo que previene la Real orden y que ésta ciudad pueda hacerlo al señor Conde de Itre y la carta se junte a este libro”.


El problema de las cañerías

El ingeniero Montaigú vuelve a aparecer en los papeles del Concejo: “Teniendo presente los gravísimos inconvenientes que padecen los vecinos de esta ciudad por la mucha distancia a que tienen el agua de que se abastecían por haber cortado las cañerías el Ingeniero director Francisco Montaigú, con el motivo de las nuevas fortificaciones del arrabal de la Pescadería y que insta la necesidad a facilitarles el alivio correspondiente respecto de esta ciudad no hay agua para beber. Se acordó escribir al señor Conde de Itre, pidiendo se sirva dar orden al expresado ingeniero director, para que prontamente dé a esta ciudad el plano y perfil en cuya conformidad deba ejecutarse la introducción de las cañerías y agua dentro de la Pescadería”.


Por último, en los acuerdos del Concejo de agosto de 2027, se pone de manifiesto el problema que el reclutamiento de 20 hombres causa entre el Gremio de Mareantes. “Los pocos que hay son viejos y enfermos, incapaces para el Real servicio“, señala el documento y recuerda que también deben “estar asistiendo a la continua con la gente necesaria para el barco del castillo de San Antón, con la que es preciso para la lancha del piloto de este puerto para ir a reconocer fuera del, todas las embarcaciones que corren la costa y se les obliga a que entren y salgan los navíos de SM y otros arribos que por falta de vientos favorables y que sin atender a estas circunstancias se compartió a dicho Gremio para la presente recluta veinte hombres”.


“Suplican a la ciudad se sirva proteger a dicho Gremio representándolo al señor Intendente y siendo necesario a SM (Dios le guarde) y a donde toque, a fin de que se le releve de dar dichos veinte hombres y que en adelante, no se comparta ningún marinero a dicho Gremio. Y visto por la ciudad acordó se escriba al señor Conde de Itre apoyando los motivos expuestos a fin de que se sirva atender con su justificación a este Gremio por ser necesaria su conservación al servicio de SM, su Real Hacienda y conveniente al abasto común”.

Los ladrones de piedra coruñeses

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