La escasez de hielo amenaza la celebración de fiestas y conciertos, pero no a los clientes de hostelería

La escasez de hielo amenaza la celebración de fiestas y conciertos, pero no a los clientes de hostelería
Un cliente disfruta de un café con hielo, un lujo en otras ciudades | Javier Alborés

El café con hielo, el refresco bien frío y el gin tonic ahogado en una montaña de piedras gélidas no corren peligro en A Coruña, siempre y cuando se consuman en un local de hostelería u ocio nocturno acostumbrado a trabajar con determinadas distribuidoras de hielo. Todo lo que escape a ese sector se encuentra en la línea roja de distribución que amenaza gravamente a media geografía nacional, y que en el caso de la ciudad y su área puede afectar especialmente a la celebración de fiestas populares, verbenas y conciertos. 
 

Entre los múltiples efectos de la subida de la factura está el menor almacenamiento durante el pasado invierno, lo que provocó un stock mucho menor de cara a este verano y una ecuación doblemente peligrosa para la disponibilidad, debido a la eclosión de celebraciones, la falta de restricciones y las ganas de consumir y de fiesta. Así lo entiende Manuel Amosa, gerente de la empresa de hielos homónima. “La clave es el precio de la luz, porque no hubo almacenamiento durante el invierno y ya se ve una escasez, nosotros ya hemos sacado de un apuro a unas diez empresas, pero no podemos ayudar a más”, comenta. Por su parte, Luis Gómez, delegado de Cubers en Galicia, apela a una producción por debajo de la demanda. “El hielo que se produce en verano es insuficiente y se vive de las rentas del invierno”, explica.
 

El oasis gallego

A Coruña y Galicia representan, al igual que con la ola de calor, un oasis que refresca al resto de España. Ya han sacado de un apuro a varias empresas de toda la geografía, pero no pueden más. Sus clientes habituales de hostelería tienen el servicio garantizado, no así los nuevos locales o aquellos que organicen celebraciones eventuales. “Las fiestas llaman y les da igual el precio a pagar, pero las compañías que trabajan con ellas no han almacenado nada”, advierte Amosa, que incluso tiene que seleccionar pedidos entre las gasolineras que acuden a su empresa a pedir suministro.  “Se juntó el covid con que la gente sale mucho más, como si no hubiera un mañana. Se están cancelando festivales y ferias grandes porque no hay hielo”, agrega. 
 

En el caso de Cubers, con fábricas a nivel europeo, la prioridad también está clara. “El pedido semanal de un local de hostelería puede ser de 50 o 60 tacos, o unos 100 en el de un local de ocio de ocio nocturno, por lo que los clientes habituales de Cubers tienen garantizado el servicio. No se admiten clientes nuevos para poder garantizar el reparto”, apunta. 
 

Algunos locales de hostelería, y especialmente de ocio nocturno, disponen de su propia máquina para generar hielos. Sin embargo, éstas no solamente son caras y consumen cantidades muy superiores de luz, sino que además carecen del control sanitario por el que sí pasan las distribuidoras.
 

La previsión de las dos empresas es que la crisis del hielo sea algo estacional y de poco recorrido, aunque el horizonte es todavía incierto. “En invierno se calmará la cosa”, pronostica Manuel Amosa, mientras que Luis Gomez, de Cubers, marca una frontera temporal más próxima. “Esperamos se normalice hacia finales de agosto”, puntualiza. 
 

El nuevo oro frío ha sufrido dos subidas de precio recientes, aunque su repercusión sobre el precio final de una consumición no supera los céntimos. Las celebraciones que se ven cortas de stock incluso están pagando a precio de calle por la distribución para no ofrecer copas templadas. "Sin hielo no hay fiesta", recuerdan.

La escasez de hielo amenaza la celebración de fiestas y conciertos, pero no a los clientes de hostelería

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