El consejo de Seguridad Nuclear (CSN) sitúa a A Coruña y su área dentro de la zona II de actuación prioritaria de peligro de radón. Eso quiere decir que será obligatorio medir y controlar la exposición al radón en los centros de trabajo para detectar las altas concentraciones de este gas radiactivo que emana del granito. Desde Xpert, una empresa especializada, señalan que se tarda tres meses en conocer los niveles reales del elemento cancerígeno. Y eso, teniendo en cuenta que las concentraciones varían mucho dependiendo de en qué punto de A Coruña se encuentre uno.

“El problema es que en España se han hecho pocas mediciones”, explica Fernando Martínez-Morás, jefe de protección radiológica de Xpert. No se  trata de la clase de radiación que se puede medir con un detector geiger, y además, en verano hay menos radón que en invierno. “Cambia de día en día y le afectan mucho las condiciones atmosféricas”, añade. Se acumula sobre todo en las zonas bajas y sótanos, así que es allí donde hay que hacer las mediciones. “Como es un gas, le cuesta llegar a lo alto, a los pisos superiores”, explica el experto.

Ventilación o aislamiento

Una vez que se detecta un problema de radón (cuando la concentración supera los 300 becquerelios por metro cúbico) solo hay dos formas posibles de afrontarlo: mejorando la ventilación o introduciendo aislamiento. “Hasta hace poco, en 2019, no había ninguna normativa específica para protegerse del radón”, comenta Martínez-Morás.

El problema en las casas de piedra no son tanto las paredes como los cimientos. Lo normal es introducir cascajos de granito en el subsuelo, y todos ellos expulsan radón en mayor medida que las piedras grandes Y durante miles de años.