Que la nostalgia vende o que es un negocio redondo es una máxima incontestable en un buen puñado de ámbitos artísticos y culturales. Quizás por eso, y en calidad de servicio publico, el Ayuntamiento ha decidido mantener como fijo en la programación de las fiestas de María Pita el espectáculo ‘Locos por la música’, un pack de bandas históricas que ahora han bajado el nivel y el caché, pero que metidas en una coctelera funcionan a la perfección. Fue el show más largo con diferencia de cuantos se han celebrado hasta ahora. Por encima de cuatro horas y con respuesta masiva del público.
Muchos se preguntaban al comenzar el espectáculo cuánto de viaje al pasado tiene la eurovisiva y ‘triunfita’ Soraya, hija de la fama ya entrado el siglo XXI y la encargada de abrir el show después de la introducción de clásicos a cargo de la Poptelera. Vestida de negro y con su pelo rubio de corte afrancesado, la artista desveló pronto por qué encaja a la perfección en la fórmula.
Una versión más rockera de ‘La noche es para mí’, así como la recuperación del hit ‘Mi mundo sin ti’ fueron las únicas concesiones de Soraya a su carrera. Después de alucinar con la “fuerza” del público coruñés entonó las primeras notas de ‘I will survive’ sin desmerecer en absoluto a Gloria Gaynor, quien no hace demasiado también fue protagonista de una noche en María Pita.
“Pongan recto el respaldo” pidió al público coruñés antes de viajar a dos épocas y dos momentos de la noche coruñesa. Podría decirse que con ‘What Is Love’, ‘Freed from Desire’ , ‘El ritmo de la noche’ o ‘Saturday Night’ muchos volvieron al Pachá de As Xubias. Con ‘Ecuador’ y ‘Yo quiero bailar’ también pasó de refilón por el Baroke sadense. Quién le iba a decir a Sonia y Selena en su día que una alumna de La Academia les pediría prestado su hit.
El esquema fue semejante las cuatro horas: leyenda-dj-leyenda, con un descanso de un cuarto de hora entre grupo y grupo. La puntualidad fue rigurosa, al igual que la media hora en la que Javier Ojeda, cantante de la banda, resucitó los clásicos de Danza Invisible sin Danza Invisible. O, al menos, los de la época más comercial.
El malagueño saludó a su “querido” público y adelantó ‘El fin del verano’, antes de confesar su felicidad por volver a la ciudad y a los restaurantes del entorno de María Pita. No faltó ‘A este lado de la carretera’ ni ‘Yolanda’, la versión de Pablo Milanés, en un tema que el cantautor dedicó a su ex pareja, Yolanda Benet.
A ‘Sabor de amor’ se llegó con una reivindicación de la clarividencia que en el año 90 tuvieron los entonces ya cuesta abajo Danza Invisible. ‘Naturaleza muerta’ adelantó en cierta medida los efectos de tratar mal el entorno, por lo que Ojeda reivindicó un mundo más verde.
Misión cumplida. Muchos volvieron a la época del Dépor de Vicente Celeiro y a los pubs de los que ya no queda ni rastro, al igual que de parte del sonido original de una banda que vive honestamente del recuerdo. Menos lejano es el sonido de Melocos, que sonaron mucho más a comienzos del siglo XXI y a un pop rock colegial que sonó fresco en un día bochornoso. Tanto que a No me pises que llevo chanclas se les volvió a morir el canario, como era de esperar.
Después llegó el turno de Nacha Pop, que un 3 de agosto 2007 tocaron en el Noroeste Pop Rock liderados por sus dos componentes más ilustres, los primos Antonio Vega y Nacho García Vega. Fallecido el primero, el segundo ha decidido dar continuidad a la banda, ya sin ningún otro componente original. El repertorio, soberbio, resiste el paso del tiempo, ese que ha convertido en todo un clásico del pop español ‘La chica de ayer’, coreado por media plaza y grabado por la otra media, un público al que aún le aguardaba el punto final de Cómplices.