Coruña Insólita | El día que Frank Sinatra estuvo al borde de la muerte en A Coruña

Fue uno de los últimos conciertos que dio en Europa, seis años antes de morir. El precio de las entradas hizo que no llenara y su querencia al whisky y un escenario muy alto casi causan una tragedia
Coruña Insólita | El día que Frank Sinatra estuvo al borde de la muerte en A Coruña
Sinatra, en un momento de su actuación en el recinto coruñés / Manuel Barral

El pasado jueves, 5 de junio, se cumplieron treinta y tres años desde que ‘La Voz’, el gran Frank Sinatra, actuó en A Coruña. Fue, como no podía ser de otra forma en el Coliseum, en uno de los últimos conciertos que daría en Europa, ya que fallecería apenas seis años después, en 1998. Sin embargo, esa noche en A Coruña estuvo más cerca del precipicio de lo que muchos sabían. 


Su visita a la ciudad no había estado exenta de polémica. La estrella cobraba 45 millones de pesetas, que era una cantidad importante para entonces, y la venta de entradas no iba todo lo bien que debiera. Finalmente, las pérdidas fueron cuantiosas, porque solo tres mil personas acudieron a escuchar a ‘La Voz’. El precio de los billetes era bastante alto para la época: 6.000 y 8.000 pesetas las más baratas y 15.000 pesetas para estar a pie de pista y lo más cerca posible de él.  


El telonero tampoco era moco de pavo: el guitarrista Tomatito, acompañado por los hermanos Carmona a bordo del grupo Ketama. Una actuación de flamenco que, a decir de las crónicas de la época, no era muy habitual escuchar en A Coruña por aquel entonces. 


Sobre el escenario, que tenía forma de ring de boxeo, la estrella actuaba sola, aunque acompañada de una serie de letreros como en los teleprompter de la televisión, con las letras de las canciones por si la memoria le fallaba. Por la edad –ya tenía 76 años– y por la compañía de su amigo Jack Daniels, con quien compartía muchos momentos. Demasiados, a decir de quienes le vieron de cerca. 


Un escenario muy alto

Bajo el escenario, a los pies del invitado principal, estaba  la orquesta, dirigida por el hijo del cantante, Frank Sinatra junior y formada por sesenta músicos. Y un foso de unos dos metros de altura que, a decir de quienes allí estuvieron, era difícil de distinguir y que, con la querencia de Sinatra senior por el whisky a punto estuvo un par de veces de jugarle una mala pasada. Alguno se llevó las manos a la cabeza y contuvo la respiración temiendo que un mal paso, ayudado por los focos, pudiera acabar la actuación en el hospital. Era una estrella al borde del precipicio. Literalmente. 


Así lo recordaba Nonito Pereira (senior también) cuando se lo contaba a sus amigos, aunque siempre recalcaba que la actuación había sido profundamente profesional, como correspondía a la categoría del artista. Frank Sinatra ofreció a los tres mil espectadores que se dieron cita en el Coliseum para presenciar su actuación aquella noche mucho más de lo que esperaban. Según contaba el promotor y crítico musical en El Ideal Gallego, “el público se encontró con un artista en toda su plenitud, que hizo rememorar a los asistentes toda una vida dedicada a la canción y que provocó el entusiasmo en el recinto multiusos”. 

 

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 Francisco Vázquez, entre el público asistente | Manuel Barral


A decir de Pereira, pese a la edad, al alcohol y a no haber llenado el recinto, demostró su enorme calidad. Tanta, que ante semejante perfección instrumental y a la voz que mostró ‘La Voz’ hubo alguno que creyó –y así se lo comentó– que estaba escuchando una grabación y que era todo playback. Algo que se apresuró a desmentir. 


“Aunque, mirándolo bien, la persona que llegó a pensar que allí hubo playback lo que estaba haciendo no era otra cosa que reconocer la calidad de Frank Sinatra”, comentaba Nonito. 


Caras conocidas 

Entre los espectadores que acudieron a ver al actor y cantante se encontraban numerosos rostros conocidos, como el alcalde, Francisco Vázquez, o el presidente de la Diputación, Salvador Fernández Moreda; el copiloto Luis Moya, o el presentador del Telediario, Pedro Piqueras.


Estos eran algunos de los asistentes que más a menudo veían en los papeles los espectadores aunque es verdad que había muchas localidades vacías y que, tras descontar el caché del artista, se produjeron bastantes pérdidas, que los periódicos de entonces cifraban en diez millones de pesetas. 


Frank Sinatra apenas pasó cuatro horas en la ciudad. Llegó directamente al aeropuerto de Alvedro en su avión privado, desde el de Barcelona, en donde también había dado un concierto. Vino con el tiempo justo para acercarse al Coliseum, a donde se dirigió según aterrizó,  y se fue tan pronto como terminó su actuación, a la una de la mañana. Eso sí, desde Lavacolla, porque Alvedro a esas horas estaba cerrado.


Quienes tuvieron la suerte de ver a Sinatra esa noche seguramente no lo hayan olvidado. Se llevó gritos de “¡Torero, torero!” con cada éxito de su repertorio que desgranaba sobre el escenario, desde ‘Strangers in the night’ hasta ‘New York, New York’, con una calidad que repartió en las dieciséis canciones que interpretó. Todas, como era habitual, a su manera. Pocos sabían lo cerca que estuvo de dar un paso en falso y dejarse la vida en el foso coruñés. Al final, todo salió bien. Como hubiera dicho él, parafraseando uno de sus temas más famosos, “that’s life”.

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