El comercio de Os Mallos “se apaga”: los negocios viven día a día, pero con ansiedad por el futuro

El comercio de Os Mallos “se apaga”: los negocios viven día a día, pero con ansiedad por el futuro
Un establecimiento comercial situado en la avenida dos Mallos | javier alborés

El barrio de Os Mallos ve cómo su comercio local se apaga. La incertidumbre por lo que pasará con la economía, sumado a la subida del precio de la luz, de las materias primas y los combustibles, hace que los negocios vivan al día. “El barrio se apaga porque la gente está muy desanimada. No hay grandes ventas y no hay perspectiva”, asegura el presidente de Distrito Mallos, José Salgado.
 

Si bien por el momento no ha habido cierres de establecimientos por esta situación, a la que califica como “peor que la pandemia”, los comerciantes del barrio “viven el día a día con mucha ansiedad sin saber qué va a pasar, porque no llega el dinero que se gana para pagar todos los gastos que genera esta situación”, añade el presidente de la entidad. A esto se le suman “los problemas de siempre, pero que siguen igual”: la limpieza y la falta iluminación en las calles. “No se arregla o aumenta el alumbrado y la falta de limpieza es visible”, dice Salgado, quien recuerda también la necesidad de revisar los bajos comerciales vacíos en zonas como la avenida dos Mallos, donde se acumula basura en su interior.

 

Escándalo nocturno

El conflictivo punto crítico de la ronda de Outeiro, a la altura del número 137, continúa generando malestar entre los residentes, quienes ya la denominan como “casa de la droga”. Hace pocas semanas los vecinos trasladaron a la Policía Nacional la problemática diaria que se vive en este entorno, donde reina el escándalo nocturno, peleas, aglomeraciones y acumulación de suciedad, entre otros factores.
 

“Cada día está peor la cosa. Desde las viviendas del 137 tiran objetos por las ventanas y hay peleas constantemente. Todo esto se junta con los dos locutorios que rodean el edificio y provoca que la gente tenga miedo. Estos comercios abren hasta las tres de la madrugada y hay momentos en los que se reúnen veinte personas que arman escándalo y hacen sus necesidades en la salida del aparcamiento. Es raro el día que no haya que recoger excrementos de esta gente”, dice Salgado, que regenta el parking del barrio. Ahora, por otra parte, han nacido opiniones diferentes sobre la demolición del esqueleto de la plaza del Padre Rubinos. “Hay distintos pensamientos, ya que hay gente que cree que en vez de tirarlo deberían rehabilitarlo. Yo creo que lleva ahí tantos años que, hagan lo que hagan, que sea rápido porque no es estético”.
 

El Tribunal Superior de Xustiza ordenó este jueves la demolición de este esqueleto de hormigón. El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número cuatro ya había dictado sentencia en enero para desestimar el recurso de la empresa propietaria, Hermanos Porto García, S-L, pero el TSXG confirmó la sentencia, a requerimiento del Ayuntamiento. El edificio, que ocupa el número 22 de la plaza y cuya obra estaba paralizada desde 2011, incumplía, según el Ayuntamiento, los parámetros del PGOM.

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