O Castrillón alerta de que las drogas han regresado a la calle de la Cerca

O Castrillón alerta de que las drogas han regresado a la calle de la Cerca
El número cinco de la Cerca es un punto negro de tráfico de drogas | Patricia G. Fraga

El barrio de O Castrillón como otros de la ciudad (Os Mallos, Monte Alto) sufre el problema del tráfico de drogas de forma persistente. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en el número cinco de la calle de la Cerca, donde se ha reabierto un punto de tráfico de drogas, el mismo que una operación Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco)  de la Policía Nacional cerró en el mes de abril. Los vecinos aseguran que, por lo menos uno de los okupas es uno de los que habían sido detenidos entonces, lo que prueba la dificultad para atajar el problema de manera permanente. 


Desde la asociación de vecinos reconocen que la situación no ha llegado a los preocupantes niveles del año pasado, pero han informado a las autoridades de lo que está ocurriendo para que actúen cuanto antes. El problema no es el tráfico de drogas en sí, sino que los toxicómanos y los narcotraficantes suelen enzarzarse en pelas que conllevan inseguridad en el barrio, sin contar con los robos.
 

Empiezan a circular por las redes sociales los primeros vídeos con incidentes como peleas y persecuciones a plena luz del día, lo que inquieta a los residentes de la zona, hartos de esta clase de problemas. Recuerdan que ya en abril, nada más conocerse las detenciones (así como pequeñas incautaciones de drogas), ya habían pedido que se tapiasen todos los accesos porque temían nuevas ocupaciones de este viejo y semirruinoso edificio.
 

Ruinas 
 

Por otro lado, O Castrillón sigue teniendo un problema con otra ruina okupada en medio de un descampado entre las calles de Antonio Ríos y Casanova de Eirís. Los toxicómanos se refugian en esa ruinas y tras los muros del cercano parque de Oza para inyectarse la droga. Los usuarios de parque suelen encontrarse rincones con jeringuillas cuando caminan por sus senderos, igual que desde sus ventanas, contemplan movimientos sospechosos en las ruinas, que de un tiempo a esta parte están habitadas de forma continua por lo menos por un toxicómano.
 

El Ayuntamiento ya ha demolido varias ruinas en un proceso demasiado lento para los vecinos, que están hartos de soportar las constantes peleas de los camellos y los drogadictos, y que esperan que la demolición del resto de las estructuras acabe con la inseguridad.

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