Desde las 18.00 horas la calle San Juan ya estaba llena de vida para celebrar la noche meiga. En el aire ya se respira el humo del churrasco, las sardinas y los criollos. Además, no faltó que una buena batucada recorriendo la calle. Las terrazas están abarrotadas desde el minuto uno, la chavalada ocupa toda la zona de arriba a abajo y los bares trabajan sin descanso a contrarreloj. Durante la semana anterior, los establecimientos de esta zona habían estado ultimando detalles para la gran noche. Lo cierto es que existía un ápice de incertidumbre porque la fiesta cayera a golpe de lunes, pero aunque las responsabilidades civiles han atrasado el horario de inicio, San Juan nunca muere y menos en 'su' calle.
Así lo cuentan en el bar Novo Cesures, donde afirman que esto no es nada comparado con lo que se llenará la calle por la noche. Echeoquehai, Lolvely Burger Bar y el San Xoán coinciden con esta afirmación. La mayoría de los bares de la calle han tenido que reforzar el personal para poder cubrir todos los puestos que se demandan en una noche como esta. Algunos como Novo Cesures o Lovely Burguer Bar tiran de familiares y amigos para servir la comida o atender en las barras exteriores. Otros, como San Xoán, firman contratos de un día para que gente de confianza trabaje hasta la hora del cierre.
Con respecto a esto último, existen opiniones muy variadas sobre a que hora se debería acabar la fiesta en los bares. Novo Cesures opina que las 00.00 horas es un buen momento para cerrar. En los edificios viven muchos vecinos que van a trabajar mañana. Otros como Echeoquehai seguirán su horario habitual, a las 02.00 horas. Sin embargo, muchos de los establecimientos saben que a esas horas todavía habrá gente en las calles y están dispuestos a seguir abiertos hasta que la gente se canse de pasear por la zona para sacar el máximo rendimiento posible de esta celebración.
Para adentrarse por completo en la 'vibra' del ambiente, todos los establecimientos han preparado algo especial para amenizar la noche. Sin duda, lo que no les falta a ninguno es la barra exterior. Muchos de ellos tienen altavoces con música, churrasco y chorizos, pero no son tantos los que se han hecho con las sardinas como otros años. No es el caso del bar San Xoán, que haciendo honor a su nombre cuenta con un proveedor de confianza que todos los años les permite tener sardinas desde primera instancia. Este año cuentan con un total de 100 kilos a repartir.
Todos coinciden en que lo mejor de trabajar en una noche como esta es el ambiente que se crea en las calles y los grandes ingresos que se generan para la hostelería. Lo peor es que es bastante estresante y, como apunta Lovely Burguer Bar, "al estar trabajando te pierdes las hogueras y el poder vivirlo en la playa". Echeoquehai también comentó que le parece curioso que desde hace dos años se haya convertido en uno de los epicentros del botellón de los jóvenes, que no solo ocupan toda la calle, sino también la plaza de España. "Antes no era así, se llenaba la calle igualmente, pero más para comer las sardinas, el churrasco y pasar el rato con unas copas". ¿Tendrá algo que ver con las ganas de fiesta de los jóvenes desde que acabó la pandemia?