La situación del mercado ha llevado a varios sectores a buscar trabajadores debajo de las piedras. En el caso de la hostelería podría decirse, más bien, debajo de los pupitres. Y es que, lejos de lamentarse o quedarse de brazos cruzados, la asociación provincial del sector ha aprovechado la escuela Álvaro Cunqueiro para acelerar la producción de profesionales y luchar contra el tiempo a la hora de foguear mano de obra. Así, en cuestión de dos semanas, y tras 25 horas de trabajo en el aula, ha brindado al sector una veintena de nuevos trabajadores que se incorporarán de manera inminente al mercado. Lo harán de forma indefinida y con colocación segura.
El viernes acabó su formación la segunda hornada de estudiantes que, del lunes para el viernes, se convirtieron directamente en ayudantes de cocina o camareros. Con todas las de la ley y con una formación que, en otra realidad, hubiera sido cuestión de meses. Le tocó la tarea de condensar todo un programa formativo a Lizeth Bermeo, una de las responsables didácticas de la escuela. “Todos partían de cero, salvo dos chicas que venían de hacer el curso de la Cruz Roja, y tengo que decir que el nivel es muy bueno y están preparados”, afirma. Entre las cuestiones que llevarán aprendidas a su nuevas aventura laboral están las elaboraciones, la cocina al vacío, los envasados o el café de especialidad. “Son gente muy disciplinada y venían muy motivados”, dice la profesora.
Son varias las lecturas que pueden extraerse de un pequeño estudio de necesidades y aspiraciones de los demandantes del curso exprés de hostelería. Por ejemplo, de los diez participantes de esta segunda promoción dos de ellos son menores de edad: Diego y Bere. El primero afirma que llega por su amor a la repostería, mientras que el segundo se incorporó por consejo materno. Además, solamente tres de los diez son coruñeses (dos de la capital y uno de Carballo). El resto del grupo lo conforman una argentina, tres venezolanos y dos colombianos. Muchos de ellos buscan una oportunidad, pero también estabilidad. “¿Puedes dejar nuestro número de teléfono con el reportaje?”, preguntan mientras posan para la fotografía.
Sin embargo, el curso de formación exprés no solamente es una fábrica de trabajadores por cuenta ajena. Al menos el 30 por ciento de los inscritos, y ya diplomados, tienen en sus planes a corto plazo convertirse en empresarios. Lucía dice que tiene en mente abrir un café de especialidad. Marisol y Luz, por su parte, aportarán su experiencia personal y ahora su formación a lo que seguramente van a ser dos negocios de repostería. Muchos de ellos, cuando el lector termine estas líneas, ya formarán parte del grupo de cotizantes a la Seguridad Social.