Un cuarto de siglo después, los acontecimientos que tuvieron lugar entre las 23.00 horas del 19 de mayo del 2000 y la mañana del lunes 22 siguen siendo uno de los momentos más inolvidables de su vida para muchos, por más que las lagunas aflorasen desde antes de que terminase siquiera la fiesta. La Liga del Dépor es historia de A Coruña, pero lo que significó y el cómo se celebró son también un retrato de una época que jamás volverá. Para reconstruirla es necesario un collage de testimonios y vivencias que llevan a diferentes puntos de la ciudad, aunque por encima de todos merecen un aparte el Playa Club y el pub Chic Coruña del Orzán.
Mientras la ciudad se echaba a Cuatro Caminos como nunca antes se había visto, el club tiraba del buque insignia de su apuesta hostelera, el Playa Club, para iniciar los festejos con la cena oficial y los primeros bailoteos de la plantilla. Ya el sábado, al otro lado del Paseo Marítimo, el Orzán ejercía de epicentro de la noche con imágenes como la primera ‘Scaloneta’ de la historia: una furgoneta que recorrió las principales calles de la zona y que congregó una comitiva de un millar de personas. De repente, el ahora campeón del mundo y entonces ya ídolo Lionel Scaloni se sumó e inició un recital que aún retumba en la memoria de muchos.
Si hoy en día no resulta complicado identificar las catedrales de la noche coruñesa seguramente de los que lo daban todo a comienzo de siglo muchos apuntarían al Chic Coruña, posteriormente el Geographic, como merecedor de tal reconocimiento. Su trayectoria, según afirma su entonces propietario José Luis Herrero, estuvo directamente vinculada al éxito del Dépor. “Lo tuve entre 1995 (cuando se asoció con Alfredo Santaelena y Patxi Ferreira) y 2014 y el final llegó cuando dejaron de venir los jugadores del Dépor”, dice. Puede sonar excesivo, pero es que la noche en la que el equipo hizo historia en el fútbol español aquel rincón de la entrada de la calle del Socorro fue el elegido por las ahora leyendas del club. “Tenían la obligación de ir al Playa primero, pero Djalma, Naybet o Víctor vivían en el Chic. Me pidieron que no cerrase, que vendrían en cuanto pudieran”, relata el entonces hostelero, quien acondicionó el almacén para convertirlo en un reservado. Impensable hoy en día, en los tiempos del lujo y los sofás.
Lo del reservado acabó siendo un aparte para pequeños paréntesis. Los que lo vivieron aún recuerdan cómo, durante parte de la noche, Scaloni y Víctor se desgañitaron en un improvisado karaoke en la barra del Chic. Sonaron ‘Beso a beso’, ‘Maradona’ o ‘Soy Cordobés’ entre otras. “Para mí, es el momento de aquella época”, sentencia Herrero, quien al día siguiente se vio desbordado por el boca a boca. “Después de la fiesta en el Ayuntamiento aquello fue apoteósico. Me habían pedido que cerrase para la plantilla, pero no pude contener a la gente ni con tres porteros”, dice el entonces hostelero, quien se había acostumbrado a abrir para cuando aterrizaba el avión de los viajes europeos o para el chupito de crema de whisky de Bebeto y Denise Oliveira al volver del Rodicio.