Pobreza severa

Los gobernantes, en los últimos tiempos han puesto de moda la idílica frase de que “no se puede dejar a nadie atrás”. Parece un lema más propio de una campaña electoral porque sucede que la pobreza real de las personas y familias que sufren ese estigma social la siguen padeciendo desde hace décadas de una manera severa y endémica. Son personas que no levantan la voz porque bastante tienen con preocuparse de poder comer todos los días.


La mayoría de los trabajadores por cuenta ajena, los autónomos, las pequeñas, medianas y grandes empresas o los pensionistas tienen el derecho y además el deber de reivindicar mejoras sociales, salariales y económicas, aunque son unos auténticos privilegiados con respecto a la pobreza real y severa que padecen miles de familias que apenas pueden vivir con poco más de 450 euros mensuales y que se encuentran entre nosotros.


Familias, muchas de ellas con menores a su cargo, que salen de sus hogares cada mañana con la ilusión de conseguir unos cuantos euros, en trabajos esporádicos o en la economía sumergida, que les permitan comprar para comer, para vestir, para el aseo personal, para la calefacción, etc., es decir para disponer de las cuestiones más básicas y fundamentales para cualquier personas humana.


Cuando la crisis financiera nos decían, algunos privilegiados, que vivíamos por encima de nuestras posibilidades y algunos se lo creían tanto que incluso tenían sentimiento de culpa. Mientras éstos superdotados, trepas y estafadores se dedicaban al “digno oficio” de la corrupción y del caciquismo, la mayoría mirábamos con estupor pero ellos seguían presumiendo de sus artimañas, con total impunidad.

Pobreza severa

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