Se ve que si no tenemos un motivo de alarma nos falta algo y ahora toca el gran apagón europeo. También es verdad que entre creer a una ministra de Defensa austríaca de la que no sabemos ni el nombre y creer a nuestra ministra de Transición Ecológica la elección es fácil: lo que diga la austríaca va a misa. Así que por más que Teresa Ribera jure y perjure que tenemos reservas de gas como para “veinte filomenas” preferimos ir poco a poco haciendo acopio de velas y latas de conserva. Pero sin que se note, que una cosa es que nos mueva el miedo y otra que no nos importe que nos tomen por locos.