Pulso de egos y recelos

En la política como en otros órdenes de la vida el éxito genera recelos y es raro el político que no envidia al compañero de partido al que las urnas tratan mejor de lo que le tratan a él. Viene esta reflexión al hilo de la guerra sorda que vive el Partido Popular entre la dirección nacional del partido y la presidenta de la Comunidad de Madrid.


La disputa tiene mucho que ver con un pulso de egos entre el secretario general Teodoro García Egea con Isabel Díaz Ayuso, brillante ganadora de las elecciones autonómicas del 4 de Mayo que en consonancia con dicho triunfo aspira también a presidir el PP de Madrid. Un doblete que, por cierto, se da en otras comunidades gobernadas por los populares, desde Galicia hasta Castilla y León o Andalucía.


Visto el desgaste político que acarrea el enfrentamiento cuesta entender que Pablo Casado no haya zanjado ya la cuestión. Circunstancia que induce a pensar que si el pulso se mantiene es porque los recelos de los dirigentes nacionales no se deben tanto a una disputa por cuestiones orgánicas de funcionamiento del partido como por el hecho de que recelan del potencial político de Díaz Ayuso y la ven como un posible rival en el futuro.


De manera muy simplificada ha cuajado la idea de que la figura de Ayuso es una creación política de Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de gabinete que lo fue también de José María Aznar y desempeñó un papel importante en la carrera que le llevó hasta La Moncloa.


Al decir de algunas crónicas de los últimos días García Egea habría solicitado la cabeza de Rodríguez. La especie no ha sido confirmada ni desmentida pero resulta plausible en el juego de egos que se traen en la cúpula de los populares y que por razones obvias celebran en el PSOE siguiendo una famosa recomendación napoleónica: cuando el enemigo se equivoca conviene no distraerle.

Pulso de egos y recelos

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