Ya llevábamos una semana sin un enfrentamiento entre el Gobierno madrileño y el central y parecía que nos faltaba algo. Claro que hay que entender que también a ellos se les tienen que agotar los temas de confrontación; eso y que tiene que ser muy cansado pasarse el día a la gresca. Pero dejar pasar una oportunidad como la de las mascarillas en los recreos era impensable. Así que tenemos por una parte a la defensora de la libertad Ayuso decretando que los alumnos madrileños podrán respirar a cara descubierta cuando salgan al patio –al fin y al cabo es el mismo aire libre que el que hay fuera del recinto escolar– y a Sanidad recordándole que la mascarilla es obligatoria si no se puede mantener un metro y medio de distancia interpersonal. Solución: que los chavales jueguen a cualquier cosa que no requiera proximidad física. La petanca, las canicas, el béisbol, paloma blanca paloma negra –la versión clásica, no la de ‘El juego del calamar’–, la comba... Que ya sabemos que en cuanto salgan van a estar juntos y revueltos, pero hay que guardar las formas.