Marta Pardo de Vera, en ARGA

Marta Pardo de Vera (A Coruña, 1948), que ahora expone en ARGA, lleva más de 50 años de dedicación apasionada a la pintura, en la que se ha hecho con un inconfundible lenguaje personal, que tiene por principal protagonista al ser humano y a sus múltiples avatares, al que retrata con encendidas y bien temperadas gamas de color y en armónicas composiciones, en las que prima un ritmado equilibrio. Hay en toda su obra una mezcla de amable y gozoso lirismo y de saudosa melancolía, que se concentra en la expresión de los rostros, especialmente en la mirada, y que revela su visión comprensiva y generosa de la condición humana, cuya etopeya o retrato moral se desliza por la prosopografía de sus valientes trazos y de su singular y rupturista figuración, alejada del servilismo de la copia.


Músicos y gaiteiros, meninas, maternidades, niños, damas de Renacimiento, personajes populares de Galicia... y tantos y tantos seres humanos que la inspiran, cantan en carmíneas encarnaciones la epopeya común y diaria, en la que nos vemos reflejados. Y lo hace, por supuesto, y aun dejando a veces vislumbrar ciertos trazos críticos o de disgusto, apelando a la belleza, pero no esa convencional de la bonitura, sino la que rompe cánones y abre caminos. Así nos trae esa “Otra historia...” ( que es como se titula la muestra), la que sólo puede ser vista con ojos escudriñadores, la que late escondida tras la aparente serenidad de los rostros y el apacible estar ahí, como hieráticos y aguardando no se sabe qué, quizá el revelamiento del enorme misterio que es la vida. Así, cada una de sus obras es una pregunta, un modo de comunicar ansias y secretos que quedan en el aire, como lo hace la música de su “Gaiteiro” o la caracola que lleva pegada a la oreja el adolescente de la obra “El sonido del mar”. De contenido drama humano habla una de sus grandes obras de la muestra, “Homenaje a Mª Blanchard”, cuya hermosura moral y artística quiere exaltar y a la que encuadra en un espacio estructurado un tanto a la manera cubista, y envuelta en ropajes carmín, arropada por un celeste fondo de variados azules y junto a un dorado plano que lleva un elogioso poema de Lorca.


“Otra historia...” hace alusión también al descubrimiento que le ha supuesto el medio digital y con el que ha compuesto 13 de las obras expuestas, en dos de las cuales la figuración sígnica se funde con lo abstracto; otras dos son bellas abstracciones; el resto son rostros, en los que cuenta, una vez más, la expresión anímica; ya serena, como en “Menina” o “Dama de aire renacentista”; ya envuelta en ensoñaciones lunares, como en “Perfil” o en mórbidas auras violáceas, como en “Chica”; ya inquietada por mórbidos pensamientos, como en “El intransigente” o en “Juegos”. Juegan o danzan también, valientemente, los acordes de su cromatismo vivo y del trazo de su dibujo, que se abre en libres configuraciones, para regalarnos su afectuosa visión del ser humano, al que pinta con una ternura y una inspiración saudosa que sólo puede ser gallega.

Marta Pardo de Vera, en ARGA

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