Ni el clima ni la más de una hora de retraso (debía empezar a las 21.30 y lo hizo pasadas las 22.30 horas) ayudaron esta noche al concierto de un Marc Anthony que quiso poner a bailar a los miles de coruñeses que se agolparon en el muelle de Batería. Con dudoso y extraño resultado. La energía y sex appeal de su repertorio, con temazos como ‘Flor pálida’ o ‘Tu amor me hace bien’, hicieron su trabajo para intentar recuperar la fe de unos asistentes que llegaron a gritar “fuera, fuera” o “me quiero ir”. También hubo quienes se enfadaron en redes sociales. Si los nueve largos años (los que hacía desde su última salida a escena en la ciudad, en el Coliseum) y los 60 minutos de espera valieron la pena tendrán que decidirlo los coruñeses. No todos parecían convencidos de su perdón.
Había ganas. Tantas, de hecho, que decenas de personas se encontraban ya a primera hora de la tarde frente a las puertas del recinto para hacer cola, esperando entrar los primeros y disponer del mejor sitio para danzar al ritmo del artista. Poco les importó la amenaza de lluvia: el apetito por escuchar al 'rey de la salsa', en una cita que se enmarcó dentro de los conciertos del Xacobeo de la Xunta, causó colas de fans hasta el parking del centro comercial. Más de medio kilómetro de personas. Se dice pronto.
Marc Anthony es el segundo de los tres cantantes de raíces puertorriqueñas que sacará a los herculinos a bailar este año. El incombustible Chayanne lo hizo en mayo y, tras lo de hoy, Luis Fonsi lo tendrá fácil para superar las expectativas con su concierto de este jueves. Sus compatriotas le recibieron en el puerto con banderas de su país y profesaron especial cariño a uno de los suyos, aunque lo cierto es que se pudieron ver ondeando en lo alto banderas de múltiples países de Latinoamérica.
El recital dio comienzo con un medley que, aún sin la presencia del artista sobre el escenario, introdujo ‘Pa’lla voy’. Y apareció, por fin, Marc Anthony. Se sucedieron ‘Valió la pena’ e ‘Y hubo alguien’. Durante este primer tramo del concierto, el puertorriqueño abandonó el escenario a media canción varios segundos en varias ocasiones, ante el estupor de los presentes. Una tónica que se repetiría todo el concierto. Entre temas, hubo que esperar al menos otros dos minutos con las luces apagadas para volver a escucharle. La cosa continuó así con ‘Hasta ayer’, ‘Flor pálida’ y ‘Volando entre tus brazos’. Tres hits seguidos que darían paso a otro medley, en este caso de baladas, para dar a la noche el toque romántico que, quizá, salvaría las papeletas. No fue culpa del público: los coruñeses se entregaron a cantar en aquellos momentos en los que Anthony delegó en ellos sus funciones al ofrecerles el micro para entonar. Que fueron bastantes.
‘Qué precio tiene el cielo’, ‘Te conozco bien’, ‘Mala’ y ‘Parecen viernes’ sucedieron al medley, ya sí, entre vítores y aplausos de unos coruñeses más disfrutones. Para este punto, en cuanto calentó la voz, el artista recobró su magia y se atrevió hasta con Perales, versionando ‘Y cómo es él’. A estas alturas, todo valía para el público. ‘Tu amor me hace bien’ preparó con mucha energía el final de un concierto que muchos de los presentes recordarán por un tiempo. Algunos, quizá no por lo bueno. Y es que, a medio recital, también hubo tiempo para los conatos de suceso. Al menos tres guardias de seguridad se vieron obligados a llevarse a una de las asistentes, que opuso resistencia.
Pero el baile continuó, y aquí paz y después gloria con ‘Vivir mi vida’, que sonó como un estruendo ante miles de personas que, ya totalmente entregadas, se rindieron a la fiebre del baile con esta última canción. Y los coruñeses se llevaron así a sus casas una anécdota digna de recordar: uno de los conciertos más bizarros, pero divertidos a su manera, que la ciudad ha visto en tiempo.