En Ponte Sampaio se emplea un arma de aspecto rudimentario, que a falta de otras, realizan los campesinos gallegos de las milicias, los cuales trataban de impedir a las fuerzas francesas el paso por el puente sobre el río Verdugo, el Ponte Sampaio.
Llamado “Cañón de Pau”, será el terror de los franceses por el estruendoso ruido y estaba formado por un tronco horadado, al que para reforzarlo y darle mayor realce de verdadero, le ponen diversos zunchos de hierro, cuya arma podía disparar hasta doce balas de cañón, bien de piedra o de cualquier otro material consistente y empleado en campaña.
Con él y algunos fusiles los milicianos de aquellos lugares logran contener el avance de los invasores, hasta que reciben refuerzos del Regimiento de la Unión.
Con este nombre se organiza en octubre de 1812 un batallón compuesto por desertores del ejercito francés y recogidos en Galicia, que en marzo de 1813 cuenta con 650 efectivos, los cuales se arma y despliega, para hacer el servicio de seguridad pública en la persecución de ladrones y maleantes.
Al mando se halla el coronel Manuel Mirandón, y en 1814 el regimiento da de baja a todos los desertores franceses, extinguiéndose este cuerpo en marzo de 1815 y pasando los miembros españoles al regimiento de Granada.
La División del Miño fue una fuerza militar compuesta de unos 16.000 combatientes, formada en mayo de 1809, para hacer frente al invasor francés. En este tiempo, más de las tres quintas partes del territorio de Galicia se encontraba en poder de las milicias populares, cuyas fuerzas sin más ayuda que la de algún barco inglés que vigilaba las costas gallegas, así como algunos grupos de unidades portuguesas en la frontera, que se encargan de neutralizar a un ejército que hasta entonces se le conocía como invencible.
La milicia gallega contaba con algunos militares de profesión del ejército como el Marqués de la Romana y del Batallón Literario, Manuel García del Barrio, teniente coronel y representante de la Junta General y de la local de Lobeira. Se trataba del militar de más alta graduación y como tal, jefe de las milicias que cercan la ciudad de Tuy, sería destituido y nombrado para el cargo el general Martín de la Carrera.
En ese momento, en Puebla de Sanabria a comienzos de marzo de 1809, el general del Ejército de Galicia se pone en marcha hacia Orense al mando de 2.000 hombres y algunos cañones y caballos. Con este contingente más otros 14.000 efectivos que componían las milicias gallegas, ya organizadas militarmente, es cuando se forma la División del Miño que haría posible la retirada francesa del suelo de Galicia.
La base fundamental de esta unidad militar la componían los milicianos que habían combatido al invasor en Vigo y en la célebre batalla de Ponte Sampaio, así como las huestes de O’Ribeiro, Crecente, Soutelo de Montes, Cotobade, Pontecaldelas, Trasdeza, Lobeira, Santo Antoniño, Fragoso y Valladares, entre otras, formándose el conocido ejército de la Izquierda al mando del duque del Parque en Ciudad Rodrigo en el verano de 1809, el cual era en realidad el ejército gallego que había derrotado al francés tantas veces y cuya vanguardia estaba mandada por Martín de la Carrera.
Antes de denominarse de la Izquierda en 1808. A este también se le conocía por el de Galicia y se halla al mando del general Joaquín Blake, que más tarde será nombrado para el cargo el marqués de la Romana.
Integraba esta fuerza de choque, dos divisiones asturianas y algunas unidades de Vizcaya. Las fuerzas estaban concentradas en Galicia y formaba un ejército que contaba con siete regimientos de Infantería de línea y seis batallones sueltos; un regimiento extranjero completo y dos batallones sueltos; dos regimientos completos de Infantería y dos batallones sueltos; dos batallones de granaderos provinciales y trece regimientos de la Milicia Provincial, entre los cuales estaban el de Lugo, Orense, Santiago, Pontevedra, Tui, Betanzos, Monterrey y Compostela.
También una compañía de artillería, que en total sumaba cerca de los 26.000 efectivos de Infantería, 32 cañones y 150 soldados de caballería. La vanguardia estaba al mando del general Gabriel Mendizábal, de origen vasco. La del centro recaía en el general gallego Francisco Gil Taboada y la retaguardia estaba destinada al general Mahy. General en jefe. El teniente general Joaquín Blake, primer ayudante, teniente coronel Ramón Calvet, sargento mayor de Ingenieros, teniente coronel Juan Moscoso, Capitán de Artillería.
Mayor general: Brigadier Manuel Fabro. Como ayudantes tenía a José Maldonado, capitán de voluntarios de la Corona, y Joaquín Armendáriz, capitán de Navarra.
El comandante general de Artillería; Juan Silva. Comandante general de Ingenieros; teniente coronel José Falcó. Intendente; comisario ordenador, Manuel de Michelena. Cirujano mayor; José Manuel Lazcano. Auditor de guerra; José Iriberri, Oidor de la Coruña.
División de Vanguardia: comandante general; Brigadier Conde de Maceda, coronel del Regimiento de Zaragoza, sus ayudantes; el teniente coronel Salvador Molina. José Serralac, capitán de ingenieros y como segundo Comandante general el Brigadier Gabriel Mendizábal. Primera División: comandante general; el jefe de la Escuadra, Felipe Jado Cagigal, ayudante general Pedro Errate, teniente de navío. Felipe Montes, capitán de Ingenieros. Segundo Comandante general; Brigadier Jerónimo Figueroa, Capitán de Guardias Españolas.
Segunda división: comandante general; Mariscal de Campo Rafael Martinengo, ayudante general, teniente coronel José González, capitán de Navarra y José Aguado capitán de Ingenieros.
Tercera división: comandante general; Brigadier de la Real Armada, Francisco Riquelme y ayudante general José Velarde, capitán de Ingenieros.
Cuarta división: comandante general; Mariscal de Campo, marqués de Portago, ayudante general Francisco Losada, capitán de Toledo y José de Castellar, capitán de Ingenieros. Esta fuerza de choque contaba con unos 26.000 efectivos en total.