10º-19º
sábado | 20 abril | 2024
Fue durante cuatro años el fiscal delegado en violencia sobre la mujer para A Coruña, y hace apenas dos semanas que Javier Rey Ozores ha vuelto a la ciudad como fiscal jefe provincial, después de ocupar el mismo puesto en Lugo desde 2009, una etapa profesional agitada.
Después de su paso por Lugo, con todas las tramas que han salido a la luz, ¿vuelve a su ciudad esperando más calma?
Ya no espero nada, me puedo esperar cualquier cosa. Todo fue muy intenso...
¿Esperaba una etapa tan difícil en lo judicial?
Me imagino que iba preparado. Pero una cosa es no esperárselo y otra, tener que afrontar la complejidad y la intensidad de los asuntos que llegaron a la Fiscalía.
Usted ya conoce la ciudad. ¿Aprecia diferencias en el papel del fiscal en Lugo y aquí?
Bueno, siempre hay alguna peculiaridad. Un defecto de Lugo es que se evitaban los procedimientos rápidos en violencia de género. La diferencia es clara: en A Coruña va por rápidos, como debe ser, la mayoría de estos asuntos, y en Lugo se evitaba; en violencia de género y en otros procedimientos también. Después, el ámbito territorial de la Fiscalía de Lugo es mucho más reducido y hay algunas diferencias de matices. Pero el espíritu es siempre el mismo, con mayor o menor, digamos, proximidad. A lo mejor no es la palabra más adecuada porque el fiscal siempre está próximo, pero dentro de ello, el que Lugo tenga un tamaño más reducido hace que las relaciones sean mucho más estrechas.
Ya de vuelta, ¿trae algún plan para cambiar el funcionamiento de la Fiscalía coruñesa?
No, en principio está bien repartida, en pleno funcionamiento. El trabajo de mi antecesora está ahí. De hacer cambios, serían matizaciones, pero los que pueda haber van a ser tomados con la reflexión previa necesaria para afrontarlos. Pienso que la Fiscalía, y las que dependen de ella (Santiago yFerrol) está perfectamente ensamblada.
¿Y en un sentido más amplio? ¿Cree que hay que modificar el papel del fiscal?
Eso ya no me corresponde. Si se refiere a la futura reforma (que otorga al fiscal la dirección de la instrucción de las causas penales) está en una fase muy previa de estudio. Hay un anteproyecto que no gustó mucho a la Fiscalía. No se trata de una instrucción clara y nítida del fiscal, sino más bien de una delegación de la instrucción judicial con un control muy estricto por parte del juez. El concepto de la instrucción, y la figura del fiscal como instructor, tiene que ser objeto de un estudio más reflexivo.
Entonces, ¿está de acuerdo con que el fiscal asuma la instrucción?
Solamente le puedo decir una cosa, que la figura del fiscal como instructor tiene la ventaja de la unidad de actuación: el afrontar las instrucciones con las mismas armas y el mismo despliegue de maniobra tiene sus ventajas, porque es una lucha uniforme. El juez es más independiente, tiene más libertad de criterio. En el enfrentamiento de la instrucción de tramas parecidas –hablamos de macrotramas–, la estrategia que sigue un juez y otro es diferente, por una razón fundamental, su propia naturaleza: su independencia. La unidad de actuación del fiscal es aprovechable para culminar las instrucciones, para hacerlas más eficaces.
¿Más eficaces significa también más rápidas?
Esa es una de las grandes lacras de las instrucciones actuales. Está claro que hay que mejorar en eso. De hecho, el proyecto de reforma del nuevo Código Procesal ya pone límites más claros a las instrucciones, límites temporales, límites al objeto de los procedimientos... Son innovaciones que, imagino, se incluyeron en el anteproyecto derivadas de la experiencia. Claro, la realidad parece que desborda.
¿Piensa que el ciudadano entiende cuál es el papel del fiscal?
Yo no hablaría tampoco de que la gente sepa de cuál es el papel del fiscal, porque parece propaganda. Más bien pienso que lo que debemos conseguir es que la gente tenga confianza en la justicia. Para ello habrá múltiples facetas a través de las cuales intentaremos llegar. Entre otras cosas, mejorando nuestro funcionamiento, y el de los juzgados.
Con tantas investigaciones judicial que afectan a dirigentes políticos en curso, ¿la imagen de la Fiscalía se ve perjudicada por la vinculación que tiene al Gobierno?
Bueno, a lo mejor la gente tiene esa percepción, pero hay que tener en cuenta que en ocasiones hay una diferencia entre la percepción de la gente y lo que ocurre en la realidad. Hay muchos factores que influyen en la formación de la opinión pública, uno de ellos, los medios de comunicación.
¿Pero no teme que se aprecie una excesiva dependencia del fiscal al poder político?
Hay que tener en cuenta del principio de jerarquía. Existen tres principios básicos del Ministerio Fiscal; no solo es la dependencia jerárquica, también están el principio de legalidad y el de imparcialidad. Parece que se olvida, solo nos acordamos de la dependencia jerárquica, y son principios muy claros, que dentro de la configuración de la estructura fiscal también tienen que hacerse valer y están en plena vigencia. Es verdad que la dependencia jerárquica es lo que predomina, pero ya digo, la percepción que se transmite al ciudadano, no sé si voluntaria o involuntariamente, es diferente de la realidad. Evidentemente, el ciudadano tampoco está al tanto de todo lo que ocurre en la cocina de la justicia... Hacer que el ciudadano confíe en la justicia resulta difícil.
¿Cómo conseguirlo?
Aparte de hacer del respeto a la legalidad, a la ley, y del respeto a la Constitución la primera de las razones de intervención, tendremos que incentivar y preocuparnos mucho por el funcionamiento de la justicia. Que sea más rápida, más eficiente... Aunque, sin pretender sacar balones fuera, la pieza fundamental del funcionamiento de la justicia penal es el juez instructor. Nosotros somos una pieza más.
