La vacuna antitránsfugas

La vacuna contra el transfuguismo lleva mucho tiempo inventada. No solo eso. Está testada y se aplica en la práctica totalidad de Europa. Pero en España nuestros políticos se niegan a ponérsela. Prefieren la pandemia y seguir infectándose e infectando con su virus.


La vacuna se llama Segunda Vuelta. Es muy sencilla y su aplicación causa un efecto fulminante. Cuando en unas elecciones ningún candidato consigue la mayoría absoluta se vuelve a votar. Se acaba con ello esta plaga que sufrimos: cabildeos, trapicheos, compras y ventas de voluntades. Recuerden Melilla como ya listón sobrepasado. Presidente de la Ciudad Autónoma con un solo escaño. Y de ahí a para abajo o incluso más guarro seguro que todos y cada uno de ustedes tienen un caso que les ha afectado o pasado rozando.


La Segunda Vuelta es la ley que rige en la mayoría de las naciones democráticas de nuestro entorno. Porque es la mas democrática, es el pueblo quien al final decide a su gobernante cercano, alcalde o presidente regional y evita que los partidos suplanten la voluntad de las gentes. Vamos que los espectáculos que llevamos viendo aquí década, que afectan a nuestras ciudades y comunidades son perfectamente evitables. Vacunables de inmediato. Pero a los señores políticos no les da la real gana. No les convienen para sus enjuagues. Que se niegan a ponerse la vacuna.


No lo han hecho ni van a hacerlo. Ni los pequeños, porque lo serían aún más, ni los grandes aunque estos de vez en cuando amagan. Al PSOE, esto, ya es que ni se les pasa por la cabeza, aunque hubo alguna vez que lo llevaron incluso en su programa. Pero aquel, ya saben, era otro PSOE y si aquellos lo tiraron a la papelera imagínense estos.


El PP andaba siempre con lo de la lista más votada, aunque ahora ya ni la mentan, claro, pero su propuesta tampoco es válida pues supondría vulnerar la voluntad ciudadana y poder aupar a quien no tiene una mayoría suficiente. Arguyen entonces que eso es subsanable aplicando algún correctivo, un gran porcentaje de distancia o quedar al borde de la absoluta. Pero a que andar con cataplasmas habiendo cura. Lo simple y sencillo es que vuelva a votar la ciudadanía. Pero claro, es que entonces ellos dejan de tener la sartén por el mango.


Así que descuiden, no habrá vacuna antitransfugas. Seguirán, y seguiremos, obscenamente infectados por el virus y jugando con las mascarillas. Pepelitos por escrito, declaraciones solemnes, proclamas de dignidad ya se lo que valen y para lo que sirven. La pandemia infecta a todo el cuerpo político que en realidad disfruta retozando en esos fangos cuando le va bien en ellos. Solo se queja cuando se queda sin el charco. Añadiría, a sabiendas que como lo anterior, por más que sea lo sensato y lo correcto, o quizás por ello, no hay esperanza alguna el añadir a esa segunda vuelta otro elemento consustancial con ello. Las mociones de censura son un instrumento necesario de control imprescindible. Debe mantenerse, por supuesto, su figura. Pero tan solo deberían servir para lo que se trata:a derribar del poder al censurado. Pero nada de que por ella, y sin solución de continuidad, auparse el censurante al machito.


Ni hablar. Si una moción de censura triunfa, caiga el censurado pero entonces y de inmediato ¡los ciudadanos en las urnas!. Que sean ellos quienes elijan al sucesor . O estamos ya bailando en el aquelarre que se pretendía para Madrid, y que supuso el colmo ,por fortuna frustrado, de intentar suplantar la voluntad popular y la convocatorias de elecciones ya acordada, presentándolas. Que eso y no otra cosa, por si se ha olvidado, es lo que Errejón y Gabilondo pretendieron. 

La vacuna antitránsfugas

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