El gozo en un pozo

Después del forcejeo político entre para no cargar en exclusiva con la responsabilidad del aplazamiento de las elecciones, la unanimidad no ha sido posible y las autonómicas en Cataluña previstas para el 14 de febrero se retrasan hasta el 30 de mayo, cuando se espera que la situación epidemiológica sea allí mejor que la crítica actual.

El más reticente ha sido el PSC (Partido de los Socialistas de Cataluña), que como mucho y al final ofreció una demora técnica o casi testimonial de un mes. Y es que de acuerdo con las encuestas el terreno se presentaba propicio para su principal cabeza de cartel, el hoy ministro Salvador Illa, y daba por acertada su candidatura en detrimento del inicialmente previsto Miquel Iceta.

Ha sido este el tirón que los socialistas se han resistido a perder antes de que se diluya. Porque lo que pueda venir luego de un paréntesis de tres meses está por ver. Pueden suceder por medio muchas cosas y, con ellas, muchos cambios en las perspectivas electorales.

Por eso Moncloa y Ferraz sacaron a los medios en apoyo del mantenimiento de la fecha inicial y del ministro-candidato, a dos de sus pesos pesados: el titular de Justicia, Juan Carlos Campo, y el secretario de Organización y también ministro, José Luis Ábalos. Gobierno y partido vinieron a confirmar así la que ha sido toda su política a lo largo de los casi doce meses de pandemia: priorizar sus intereses políticos por encima de cualquier otra consideración.

En consecuencia, ¿quién podrá garantizar que las decisiones de Illa como ministro obedecen sólo al interés general y no al de su candidatura? Si antes ya resultaba cuestionable funcionar al tiempo como ministro y candidato, ahora ha quedado clara la incompatibilidad simultánea de ambas actividades. O se es una cosa o se es otra.

Los datos demoscópicos, como digo, le eran favorables. En concreto, un sondeo del Gabinete de estudios sociales y opinión pública (Gesop) para El Periódico de Catalunya, y otro, de GAD 3 para La Vanguardia. El primero le daba como ganador, hasta el punto de doblar escaños (de 17 pasaría a 34/35), mientras que de acuerdo con el segundo, Esquerra Republicana (las huestes de Torra, Junqueras, Aragonés) seguiría en cabeza, con PSC y Junts per Catalunya (el partido éste del prófugo Puigdemont) pisando en alza los talones.

Por otra parte, en un contexto en que ningún dirigente político obtenía el aprobado (junqueras se quedaba en el 4,9), Salvador Illa era el segundo mejor valorado a sólo seis décimas por detrás. Con Calviño y Robles era uno de los ministros mejor considerados.

En las sedes PSC / PSOE de Barcelona y Madrid no ocultaban su satisfacción. Pero con el aplazamiento establecido, bien puede decirse aquello del “gozo en un pozo”. Las expectativas socialistas se han estrellado contra la tercera ola de la pandemia.

El gozo en un pozo

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