A propósito del fracaso

En menos de un mes volveremos a votar. Nos enfrentamos a las segundas elecciones generales en un año en el que la palabra que mejor dibuja el panorama es fracaso. Arrancó el año con un proyecto de Presupuestos que ninguneaba a Galicia. Por suerte para todos, aquella afrenta no salió adelante y Pedro Sánchez claudicó. Las elecciones del 28 de abril no sirvieron para nada, más allá de condicionar las municipales del mes siguiente y perder el tiempo a la espera de que el presidente en funciones que menos ha funcionado intentase recabar algún apoyo. También en eso ha fracasado. Y aquí estamos.

Él se lo ha buscado. Se ha trabajado a pulso ese halo de fracaso que lo envuelve a donde quiera que vaya. Nos encontramos ante un país con muchos meses de inseguridad a sus espaldas, sin Presupuesto y con todos los condicionantes que esta situación genera. Los coruñeses vivimos en doblemente castigados por esa anemia gestora que supone tratar de avanzar con unas cuentas prorrogadas. 

Gobernar la ciudad a golpe de modificativo no es gobernar. También la Marea era feliz en su fracaso. No haber sido capaz en su día de presentar un proyecto que generase los apoyos suficientes les exoneraba de aquello que tanta fatiga les producía: la gestión. Xulio Ferreiro creyó tener la excusa perfecta para no hacer nada. Con echarle la culpa a la oposición a cuenta de lo que dio en llamar bloqueo, todo arreglado.

Ahora, mientras en Madrid Pedro Sánchez pide una segunda oportunidad, con un gobierno que más que estar en funciones lleva sin funcionar año y medio, en A Coruña estamos a la espera de que aparezca la luz al final del túnel. La cosa va lenta porque gobernar con nueve concejales no es fácil. Sospechábamos que la languidez de su Gobierno le iba a pasar factura y estamos viéndolo un día sí y otro también. Le entregó su alma al diablo –es un decir, que nadie se ofenda– firmando un pacto de investidura, y ya le han girado las primeras facturas. La Marea no se conforma con un blanqueamiento superficial. 

La presidencia de la Comisión de Transparencia, el anuncio de la gratuidad de las escuelas infantiles municipales o el germen del área metropolitana son algunos ejemplos de lo bien que le va a hora a la Marea apuntándose méritos y cediendo al PSOE toda la erosión que produce gobernar con las muñecas atadas. El Gobierno local es una marioneta manejada por el populismo 2.0, que ejerce ahora el papel para el que fue creado, el de oportunista.

Sé que volver a votar, por tercera vez en siete meses, produce pereza y quizás desilusión. Pero hagamos una reflexión: el secreto del éxito radica en la estabilidad. Galicia, de la mano de Alberto Núñez Feijóo es un ejemplo al que cada vez son más las cabezas que se giran con envidia, y no siempre sana. 

Antes o después algo habrá que hacer para ajustar los mecanismos y evitar los efectos de la toxina paralizante en las administraciones públicas. Sí, tocará cambiar determinadas normas, pero, no es el momento ahora, a menos de un mes de unas elecciones en las que todos debemos vencer la modorra de volver a ser consultados. Una cita a la que ya que nos toca volver, debemos aprovechar para cambiar las cosas, para arrancar de nuevo a España y para exigirle a nuestro Ayuntamiento más hechos y menos dichos. 

A propósito del fracaso

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