El silencio de Podemos

En épocas de normalidad, la tarea parlamentaria es aburrida. Por eso las fuerzas que como Podemos vienen de la calle echan de menos la pancarta y la barricada. En el día a día parlamentario, languidecen. Se despiertan los miércoles para los que preparan las sesiones de control al Gobierno con mano de guionistas de telediario. Salir en la televisión no es que les de vida es que viven para la televisión.
También los otros grupos están pendientes de las cámaras lo que pasa es que lo hacen de manera rutinaria, sin el entusiasmo de los recién llegados. Desde que se apagaron los focos de Vistalegre apenas hemos vuelto a saber de Iglesias. En términos políticos, todo lo que se ha dicho de Errejón cabe en una pizarra de instituto. No da para libro.
Hay quien piensa que el silencio de estos días de Iglesias tiene una componente táctica. Aguarda a que el resucitado Pedro Sánchez vuelva a la secretaria general dejando a Susana Díaz aparcada en San Telmo. Si así fuera y el Grupo Parlamentario socialista se plegará al mando a distancia que manejaría Pedro Sánchez desde Ferraz, calculan que la legislatura estaría sentenciada. Claro que en esa coyuntura es más que probable que Rajoy se les anticipara convocando nuevas elecciones. Legalmente puede hacerlo a partir de mayo. Las encuestas, favorables desde hace meses al PP, podrían ayudarle a vencer su natural tendencia a la acedía política. Visto desde el puente, el río parece manso, pero las apariencias engañan.

El silencio de Podemos

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