EJERCICIO DIARIO

En una semana en la que periódicos, radios y televisiones sacan más o menos pecho por los resultados alcanzados en la última oleada del Estudio General de Medios (EGM), conviene reflexionar sobre algunas cuestiones relativas a los medios de comunicación. Hasta hace poco menos que un lustro, la ciudadanía se informaba por los mecanismos convencionales. Cada uno compraba el xornal de su gusto, escuchaba la emisora con la que se identificaba o sintonizaba el telediario que más le llenaba.
De todos es sabido que la popularización de las nuevas tecnologías y con ellas la irrupción de las redes sociales está cambiando buena parte del panorama mediático. Desde blogs a tuiteros o analistas en facebook, la información sin depurar que ahora llega al consumidor empieza a ser agobiante y, en cierto modo, peligrosa, por irreal. Más que nada porque no cuenta con el poso de la profesionalidad, que no es otro que la obligación absoluta de contrastar y de responsabilizarse de lo que uno escribe, narra o muestra. Conste que no tengo nada en contra de los que teclean en el ordenador de su casa, o del trabajo, o del teléfono móvil o cualquier otro dispositivo digital lo que ellos consideran como una noticia. Es más, en algunos casos, incluso insuflan aire fresco. Pero, por desgracia, son los menos. En estas redes sociales es fácil observar como algunos pretenden sentar cátedra únicamente con la lectura rápida de un titular. O de denostar, incluso con insultos burdos y crueles, a quien emite una opinión, firma una noticia o expone su parecer.
Esto ocurre todos los días. Generalizar sería injusto. Pero todos sabemos que proliferan los foros que se alimentan de las noticias elaboradas y firmadas por profesionales para divulgarlas, denostarlas o plagiarlas después sin ningún pudor. Diseñar un blog, tuitear o comentar en facebook no es periodismo. Sí, comunican. Puede que ofrezcan información. Incluso veraz. Pero si se hace desde el anonimato, bajo un pseudónimo o con un disfraz ya pierde toda la credibilidad. Es preciso, por tanto, reflexionar. Después de respirar hondo y alcanzar la pausa precisa, seguro que ya tienen claro que la Prensa con mayúsculas estimula el criterio y el espíritu crítico, por lo que es aconsejable comprar un periódico diario. Si no puede por la crisis, haga este ejercicio, al menos, una vez por semana.

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