Vuelve la droga del fútbol

de hoy en una semana vuelve el fútbol. Vuelve el nuevo Real Club Déportivo de Natxo González con el reto de ascender al equipo a la Liga Santander. Con ello, vuelve la droga futbolística. La rutina dominguera. La pasión.
Los nervios. La sinrazón. La ansiedad. El estrés. El gol. Las derrotas. Los triunfos. Las críticas. Los piropos. El otro modo de ver el fútbol.
Adiós al aburrimiento. Sí sí, adiós al aburrimiento porque muchas personas no saben lo que hacer los fines de semana. Ni se les ocurra dudarlo. Existen encuestas que así lo confirman. Están desorientados sin fútbol. Es lo único que les vale y lo único que les hace feliz.
Me parece una chuminada y que se exagera sobremanera. La ansiedad, por este motivo, siento que está sobrevalorada. Igual que muchas facetas del fútbol y los tiempos que nos ha tocado vivir donde el gol y la victoria de tu equipo desbanca a otras prioridades y problemas vitales que tiene la vida.
Siempre dije que el fútbol es una profesión que genera muchas víctimas y un excesivo número de divos a los que hay que soportales, día a día, todas sus milongas.
Cristiano Ronaldo, ahora en el fútbol italiano, es un ejemplo claro de esa brutal “enfermedad futbolística” y posiblemente el último en padecer esta plaga.
Bastaban cuatro o cinco partidos en los que el “bicho” no marcase para comenzar a dudar de su capacidad ante la meta rival.
Sus títulos, sus premios y sus goles nos demostraron el lamentable error de este tipo de apreciaciones, repetidas una y otra vez por los comentaristas deportivos, convertidos en este caso en juez y parte.
Los viejos rockeros que han mamado el fútbol siempre dicen que marcar goles es cuestión de rachas. Que nada de ansiedad. Que nada de estrés. Que nada de nada.
Lo único que ocurre es que el balón es, en muchísimas ocasiones, muy caprichoso. Que entra entre los tres palos cuando quiere. Y que ante eso, mucha tila. Pues será así.
Me parece muy atrevido dudar de la capacidad goleadora de estos auténticos caciques del área.
Teniendo en cuenta que para un goleador resulta muy complicado sobrevivir a la dictadura injusta de los goles, también sería justo reconocer que nadie es perfecto.
Y que si el fútbol genera tanta locura, será precisamente por esta causa.

Vuelve la droga del fútbol

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