Un pulpo que era un poco sobón de más

EL subidón que experimenta la progresía con la moda del empoderamiento femenino está más que superado en Galicia. No país, gracias al matriarcado, no es moda, sino tradición. Se sabe en tierra y se sabe en el mar. Un pulpo, por ejemplo, es feliz en manos de una pulpeira; que lo hace todo con agarimo: lo cuece, lo corta, deposita los trozos en un plato de madera, lo adereza... En cambio, en Hawái los cefalópodos están asalvallados. Uno de ellos se encaprichó con una buceadora, se enganchó de su culo y no había manera de que se soltara. Hubo hasta quien pensó que era un hombre disfrazado.

Un pulpo que era un poco sobón de más

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