EL SALARIO DE LOS FUTBOLISTAS

El Boletín Oficial del Estado publicó el convenio colectivo que atañe a los futbolistas profesionales, que establece un salario mínimo de 129.000 euros al año para los jugadores de Primera División y 64.500 para los de Segunda. Las jornadas laborales no podrán exceder de siete horas, con un día y medio de descanso a la semana y un mes de vacaciones al año. No está mal. Nada mal. Y en los tiempos que nos toca vivir no les digo nada. Ya no les cuento cómo serán los honorarios de los Ronaldo o Messi de turno. Vamos, como si nos tocara la lotería media docena de veces al año.
Sin embargo, si volviese a nacer no me volvería loco por darle patadas a un balón para progresar en este deporte y tratar de convertirme en uno de esos privilegiados que no tiene problemas a fin de mes y que es idolatrado cada domingo por miles de fans si tiene la suerte de meter un gol. Estos salarios de los futbolistas son los que obnubilan, más que a los niños, a muchos padres que piensan que han engendrado un mago del balón porque le pega más o menos fuerte a la pelota. Esa excusa se utiliza para que, primero el niño, después el chico y más tarde el joven se afane en los entrenamientos y deje los estudios en un segundo plano. Total, para irse al paro. O para percibir un salario que ya no llega a mileurista y trabajar más horas que un mono de feria... Para eso, pensarán, es mejor calzarse unos zapatos con tacos en la suela y probar una suerte que casi nunca llega y de la que unos y otros siempre culpan al entrenador de turno, al ojeador o simplemente a una inoportuna lesión. Viene esto a cuento porque acaba de comenzar la liga de niños y, por lo que se ve en los campos, en cada partido juegan seis o siete figuras en ciernes, que corren el riesgo de convertir el sueño de ellos y de sus padres en pesadilla cuando se hagan mayores, si en su momento no se formaron adecuadamente para afrontar el duro camino que supone labrarse el futuro en un mundo tan competitivo.
Después vendrán las lamentaciones de unos y de otros, que se sentarán juntos para ver en la televisión a unos jóvenes vigorosos jugando al fútbol. Las imágenes nunca les servirán de consuelo. Tan solo de desahogo.

EL SALARIO DE LOS FUTBOLISTAS

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